La etapa en Bangui de su gira africana era una apuesta personal del Pontífice –que regresó ayer a Roma- a pesar de la inseguridad, y durante su visita llamó a los centroafricanos «a no tener miedo» del otro y de alejarse de la espiral de la violencia
El papa Francisco afirmó este lunes que el calentamiento climático pone al mundo «al borde del suicidio» y que la comunidad internacional reunida en la cumbre de París debe lograr un acuerdo «ahora o nunca».
«No estoy seguro (del resultado de la cumbre COP21), pero lo que puedo decir, es que es ahora o nunca» que debe actuar ante el cambio climático, declaró el pontífice a los periodistas que lo acompañaban en el avión papal rumbo a Roma tras su gira en África.
Desde la conferencia de Kioto en 1997, «poco ha sido cumplido» y «cada año, los problemas son más graves», mientras todo parece indicar, «para emplear una palabra fuerte, que estamos al borde del suicidio», insistió el pontífice argentino.
«La casi totalidad de quienes están en París quieren hacer algo. Tengo confianza en que lo harán, tienen buena voluntad y rezo por ello», dijo.
Francisco se ha comprometido mucho en la lucha contra el cambio climático. En la primavera (boreal) pasada, consagró una importante encíclica en la que subrayó que la degradación climática provoca la de la vida de los más pobres, al producir contaminación, catástrofes naturales, enfermedades, guerras y migraciones.
Para remediarlo, el papa Francisco aboga por una forma de desacelerar el crecimiento (económico) y una revolución energética, abandonando por completo las de origen fósil.
En varias ocasiones ha reclamado que la COP21 desemboque en un acuerdo que obligue a los países más ricos a ayudar técnica y financieramente a los más pobres para poder concretar esta revolución ecológica.
La Santa Sede estuvo representada en la inauguración de la COP21 por el cardenal Pietro Parolin, número dos del Vaticano, quien abandonó la delegación pontificia en África para viajar a París.
Adiós a Bangui
y la tolerancia…
El papa Francisco partió el lunes de Bangui hacia Roma, al término de su gira africana por Kenia, Uganda y República Centroafricana, constató un periodista de la AFP.
Antes de finalizar su visita a la capital centroafricana, bajo fuertes medidas de seguridad, el papa visitó el lunes una mezquita en el barrio musulmán de Bangui, escenario de atrocidades en 2013.
«Cristianos y musulmanes son hermanos», dijo el pontífice a su llegada a la mezquita, donde lo recibió el gran imán Nehedi Tidjani, en presencia de delegaciones de católicos y protestantes. «No a la venganza, a la violencia y al odio», añadió.
El papa habló a los centenares de personas que fueron a verlo a la mezquita, en un ambiente distendido a pesar de las estrictas medidas de seguridad y la presencia de cascos azules apostados en los minaretes.
Decenas de miles de habitantes entusiastas siguieron al papa en su visita a los campos de desplazados, la catedral católica, la gran mezquita de Bangui y el estadio en el que ofició una última misa.
Este barrio es con frecuencia objetivo de ataques de los milicianos cristianos y animistas, conocidos como anti-balaka. Por eso hay instalados en la entrada de sus estrechas calles grupos de autodefensa armados, dispuestos a evitar cualquier intento de intrusión.
La Iglesia católica considera que el conflicto no tiene nada que ver con la religión, que sólo sirve como pretexto para intereses particulares, y ese fue el mensaje del papa durante su viaje.
«Estamos muy orgullosos de recibirle, el papa no sólo está aquí para los cristianos, es el servidor de Dios para todos los centroafricanos», dijo el portavoz de los desplazados, Ibrahim Paulin.
Un cálido
recibimiento
Frente a la mezquita, miles de personas recibieron entusiasmadas el cortejo del santo padre, que luego se dirigió hacia el estadio Barthélémy Boganda, con capacidad para unas 30.000 personas, para celebrar una misa multitudinaria.
Cerca del estadio una muchedumbre esperaba a Francisco y mucha gente se quedó fuera pero pudo seguir la misa en una pantalla gigante.
Poco antes de la llegada del pontífice, varios camiones con musulmanes que lucían camisetas de Francisco acudieron al barrio del estadio para asistir a la misa.
Se trata de un hecho insólito, porque los musulmanes no suelen venir a esta zona por miedo a la violencia, pero esta vez fueron recibidos con aplausos de la muchedumbre que gritaba «¡Se acabó el odio!»
Frente al estadio, centenares de motos tocaban sus bocinas para celebrar la presencia de Francisco. También se vieron pancartas con mensajes de bienvenida y protestando contra la presencia de las fuerzas internacionales y de Francia en el país.
Policías y gendarmes rodearon el estadio por miedo a los atentados. «¿Hasta cuando durará la impunidad y hasta cuando los crímenes servirán para ascender en la escala social?» se preguntó el arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzatalaingam, durante la misa.
La cuestión de la impunidad es central en este país devastado por la violencia y donde no existe ni una policía ni un sistema judicial eficaces.
«Perplejidad» de la Iglesia
ante el uso del preservativo
El papa Francisco reconoció este lunes «una perplejidad» de la Iglesia sobre la utilización de los preservativos para luchar contra el Sida, considerando que es «uno de los métodos» pero que África sufre «heridas más grandes».
Interrogado, la víspera del Día mundial de la lucha contra el Sida, sobre la controvertida oposición de la Iglesia al preservativo, el pontífice argentino se mostró descontento y rechazó dar una respuesta directa.
Entre otros, señaló que «la moral de la Iglesia se encuentra ante una perplejidad» frente a este problema, reconoció el Papa ante la prensa presente en el avión que lo llevaba de regreso a Roma tras su primera gira africana, donde el Sida continúa siendo la primera causa de mortalidad.
Al igual que sus predecesores, Francisco no apoyó el uso del preservativo: «es uno de los métodos» para evitar la propagación del virus, pero «las relaciones sexuales tienen que estar abiertas a la vida», dijo, tras lo que mencionó otros flagelos, como «el hambre, el esclavismo laboral, la falta de agua potable, el tráfico de armas…», sin restarle importancia al Sida.
Sobre el terreno, sin embargo, numerosos dispensarios católicos no prohíben el uso de preservativos en casos de urgencia.
AFP