Los retos que enfrenta América Latina para mantener las conquistas alcanzadas por los gobiernos progresistas, implican abolir la esclavitud teórica y concepción fósil que tiene cierta izquierda de la forma de gobernar
EL vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, hizo unas reflexiones magistrales durante el II Encuentro Latinoamericano Progresista de 2015, celebrado en Quito el pasado 29 de septiembre, que deben ser de obligatoria lectura para cualquier venezolano con convicciones revolucionarias, chavistas y progresistas.
No solo destacó avances de la izquierda, sino que también destacó “las tensiones, las complejidades, las propias contradicciones que son motor de la transformación, de nuevas luchas y de nuevos logros. Porque somos un proceso en movimiento, porque no somos algo estático es que tenemos futuro”.
Los retos que enfrenta América Latina para mantener las conquistas alcanzadas por los gobiernos progresistas, implican abolir la esclavitud teórica y concepción fósil que tiene cierta izquierda de la forma de gobernar y que el vicepresidente de Bolivia catalogó, sin medias tintas, como una izquierda de cafetín “que observa el fragor de los procesos desde el balcón, un café o desde la televisión…” En Venezuela, las reflexiones de García Linera deben ser tomadas en cuenta para una sincera, honesta y humilde reflexión, de quienes encajan en esa izquierda descrita por el segundo a bordo del Estado boliviano.
No suelo hacer defensa propia, por lo general dejo que la historia lo haga. Hay verdades que toman su tiempo en hacerse evidentes, aunque en esta ocasión colgaré los hábitos para adelantarme a los acontecimientos y defender el foro realizado en el marco de la 44 Asamblea Anual de Fedeindustria, donde dos brillantes venezolanos hicieron aportes y reflexiones para enfrentar las dificultades económicas actuales.
Si fueron o no las mejores propuestas, eso es válido discutirlo de manera constructiva. También es válido someterlo al escrutinio público para enriquecerlas. Pero, en todo caso, nos sentimos orgullosos de proponer de buena fe (la buena fe se presume, la culpabilidad se demuestra) un posible escenario para un plan económico de cara a los años venideros.
Apelo otra vez el discurso del vicepresidente boliviano para que entendamos lo que tenemos por delante, con la esperanza de mover la psique del «pseudo radicalismo abstracto e inoperante» (García Linera dixit) que (des) califica nuestros esfuerzos y más aún, intentan generar intrigas políticas.
“Cuando este proceso revolucionario, que emerge desde la sociedad, se vuelve gestión de gobierno, se necesita capacidad de movilización, se necesita capacidad de seducción, capacidad de convencimiento, pero también, y esto es lo nuevo, capacidad de gestión económica. Los procesos revolucionarios latinoamericanos van a definir su destino en la economía, porque los ciclos de participación, de movilización, los ciclos heroicos no son perpetuos, son por oleadas momentos de ascenso, consolidación, estabilización y descenso y luego viene un valle que puede durar semanas, meses, años hasta un nuevo proceso de ascenso social. Y en estos valles que, a veces son cortos, de semanas, medianos, de años o, a veces, largos; ya no son los momentos heroicos de la generosidad y el universalismo desplegado como derroche revolucionario. Es el tiempo de cotidianidad, de los resultados….»
Miguel Pérez Abad