La oposición venezolana ganó este domingo, por primera vez desde que Chávez asumió la presidencia en febrero de 1999, la mayoría de asientos de la Asamblea Nacional.
En ese sentido hizo historia.
A raíz del resultado, algunos están comenzando a hablar del fin de una era: aquella que inició el presidente Hugo Chávez cuando asumió el poder el 2 de febrero de 1999.
¿Es así?
Lo que no cambia
No significa el final de la «revolución bolivariana», como se la conoce. Hay varias razones:
- La transformación del país durante los últimos 16 años ha sido demasiado profunda como para que pueda ser deshecha en el corto plazo.
- Nicolás Maduro sigue siendo presidente de Venezuela, y el sistema político venezolano todavía se define como presidencialista: el Presidente actúa con cierta independencia de la Asamblea y tiene un peso decisivo en la toma de decisiones.
- Dentro de la estructura de poderes, el Ejecutivo (el presidente y los ministros), el Legislativo (la Asamblea Nacional) y el Judicial (representado por el Tribunal Supremo de Justicia) debe trabajar de común acuerdo para producer cambios. Las decisiones de la Asamblea pueden ser efectivamente bloqueadas por los otros dos poderes.
Tampoco significa el fin del chavismo. De acuerdo con diversas encuestas, una parte importante de los venezolanos todavía se definen como chavistas. De hecho, se cree que su votos son los que precisamente definieron el resultado en favor de la oposición.
Lo que cambia
Lo que sí produce es un cambio en el balance de poder.
Durante los últimos 16 años, el oficialismo ha gobernado prácticamente sin restricciones.
Ahora tiene que entenderse con la oposición, que ganó poder en términos reales.
Simplemente bloquear todas las iniciativas que ésta pueda tener en el Parlamento podría significar infligir más daño a su popularidad, ya golpeada.
Con la votación, el mensaje que parece más claro es el de que la gente quiere cambio.
Lo que cada parte haga con ese mandato dentro del nuevo juego político venezolano será crucial para el futuro del país. BBC