“Venezuela no se perderá nunca porque un ciudadano se burle del presidente, Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos”
Carlos Soublette (1837)
Cesáreo José Espinal Vásquez
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La historia del poder político, su uso y abuso, tanto en monarquía, como en autocracia, dictadura o tiranía, democracia o en comunismo están inmersos en hechos dolorosos. En el imperio romano, a la muerte de Marco Aurelio, lo sucede su hijo Cómodo, quien ambicioso y felón, asesina a su padre enfermo. Cómodo obliga a un general del ejército de Marco Aurelio a luchar en la arena del circo por su vida. Al entrar al espectáculo Cómodo con su hermana, la plebe le da vítores y demostraciones de sumisión, pero al terminar el combate, el general-gladiador venció a su contrincante y la plebe se levanta y le da vítores y aplausos con alegría. Cómodo, sorprendido, le pregunta a su hermana por qué el pueblo aplaude al Gladiador victorioso y ella le responde, porque “el pueblo es caprichoso”. Cómodo tiene los conspiradores adentro, no afuera, su mujer Marcia lo envenena, pero no muere y una persona de su confianza por orden de Marcia, lo asesina en la bañadera. Julio César (100-44 AC), es apuñalado por todos los senadores, dándole la mortal herida Décimo Junio Bruto Albino, familiar y su hombre de confianza. Muriendo exclamó: “¿Tú también Brutus”. Las ambiciones en el poder han recorrido la historia política del mundo para esos gobiernos que se imaginan infinitos y pretenden ser aplaudidos eternamente. De eso se trata la paradoja “ha muerto el Rey, viva el Rey”. Napoleón Bonaparte fue desterrado en la isla Santa Elena. Stalin mandó asesinar a León Trotski en México (1940), no por divergencias del comunismo, sino por celos de su capacidad intelectual. Juan Vicente Gómez da golpe de Estado a su compadre Cipriano Castro. Y la historia contemporánea, continúa. El auge y caída de Hitler, de Mussolini, de Perón, de Pinochet, de Pérez Jiménez y recientemente, en muchos países, el pueblo les da la espalda. Gorbachov era comunista hasta que escribió La Perestroika y así está pasando en China, en Argentina y hoy estamos viendo lo que ha sucedido en Venezuela. Al pueblo de todas las clases sociales, se le acogota, se le utiliza, se les convierte en zombis y mendigos, pero llega el tiempo en que se aburre y reacciona contra las injusticias, el abuso del poder y la corrupción, buscando el ideal social que es la paz y la alegría, el bien común, la seguridad y la justicia y los gobernantes tienen que darse cuenta, que el poder no es infinito. “El pueblo es caprichoso”.