Los medios de comunicación como generadores de opinión, como reforzadores de denuncias y como difusores de información, son baluartes fundamentales para la democracia. Constituyen un medio a través del cual los ciudadanos pueden acceder al poder y el trabajo honesto de los mismos permite la construcción de criterios para tomar decisiones que construyan el devenir político de las naciones.
Este panorama idílico de los medios y su relación con los regímenes democráticos de la región latinoamericana, se ve afectado negativamente por las contradicciones emergentes en los escenarios políticos, debido al abuso que de ellos hacen las tendencias político-económicas predominantes, bien sean autoritarias o neoliberales.
Dos orientaciones predominantes se inscriben en el análisis de las relaciones entre los medios de comunicación, las democracias latinoamericanas y el poder político existente en esos Estados; aquella que critica el poder político autoritario, el cual busca controlar el contenido de los medios de comunicación a través del establecimiento de normativas jurídicas rígidas, utilizadas para combatir a los monopolios mediáticos, buscando de esa manera penetrar las conciencias humanas, para que cumplan con los mandatos políticos que se van construyendo al utilizar los medios de comunicación como recursos propagandísticos; y la otra tendencia que critica al capitalismo salvaje y centra su atención en los grupos económicos que se organizan dentro del neoliberalismo, desbordado por los intereses del mercado, los cuales se alían con los líderes políticos del momento para satisfacer esos intereses. El resultado es la voracidad del hombre por el hombre, o como dice el filósofo chileno Darío Salas Sommer: de los humanoides entre sí.
Dentro de este marco, emerge con cierta timidez la libertad de expresión como derecho humano fundamental e inalienable, que permite la construcción de los regímenes políticos a través del fortalecimiento de las críticas y autocríticas, y debilitada por las censuras y autocensuras realizadas mediante la intimidación a los periodistas.
Los ciudadanos, al utilizar los medios de comunicación variados y accesibles que transmiten información por la radio, la televisión, los medios impresos, la red de internet, los dispositivos móviles, nos preguntamos… ¿Es verdad lo que me están diciendo? ¿Mi vida concuerda con lo que me dicen? ¿Hacia dónde va la gestión del poder político? Y en fin de cuentas: ¿Creo en lo que quieren que yo crea? De todo este conjunto de preguntas y de las búsquedas de sus respuestas emergen las reacciones capaces de introducir cambios políticos en las sociedades latinoamericanas, cuando reconocemos que las manipulaciones mediáticas tienen sus límites. Afortunadamente existen las democracias y las fuerzas de las conciencias colectivas, que se posicionan en ciertos momentos de la historia de los pueblos, marcando los rumbos políticos.
NOTAS INTERNACIONALES
Fidel Canelón
Llegó el cambio de Macri
El 10 de diciembre tomó posesión de la presidencia de Argentina el ingeniero Mauricio Macri, en una ceremonia donde estuvo ausente la presidenta saliente Cristina Kirchner, por álgidos desacuerdos con respecto al ceremonial. Este desencuentro pone sobre el tapete las dificultades que eventualmente afrontará el nuevo jefe de Estado para el impulso de sus políticas, tomando en cuenta que se encuentra en minoría tanto en el Senado, donde el justicialismo tiene mayoría absoluta, y en la Cámara de Diputados, donde es la primera minoría. Macri tendrá que desarrollar sus cualidades de negociador para lograr consensos con respecto a sus políticas económicas y sociales, que implican una ruptura con el modelo estatista del kirchnerismo. No ha perdido tiempo: en su primera semana en la presidencia tuvo una agresiva agenda de reuniones con las distintas fuerzas políticas, incluyendo a sus rivales en la reciente contienda, Daniel Scioli y Sergio Massa, los gobernadores de las provincias y los diputados del peronismo no kirchneristas.
La cumbre de París
En el momento actual, signado por una marcada incertidumbre en los distintos planos de la realidad internacional (lo político, lo económico y lo cultural) que nos hace recordar a la anarquía que define, según la teoría realista de las relaciones internacionales, a todo escenario global, hemos presenciado algo fuera de lo común: un acuerdo ambiental suscrito por 195 países del mundo en la Cumbre de París, celebrada a lo largo de dos semanas. Este Acuerdo significa un avance enorme en el objetivo de asegurar el futuro de este planeta, la Pachamama, ya que compromete a los países a desarrollar y cumplir planes para reducir la emisión de gases invernaderos, de manera que la temperatura se mantenga muy por debajo de los dos grados centígrados establecidos en la Cumbre de Copenhague. Se establecen dos condiciones que no estuvieran en ésta: que el Acuerdo es jurídicamente vinculante para todos los países y que se constituya un Fondo de $ 100.000 millones para ayudar a los países pobres a cumplir sus metas. Parece insólito que en la misma ciudad donde el mundo acaba de observar con estupor un atentado terrorista que algunos avizoran como un signo de una nueva conflagración mundial, se haya alcanzado tal consenso universal.
LA VOZ INTERNACIONAL
Escritos para La Voz por los profesores de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela. La responsabilidad de las opiniones emitidas en sus artículos y Notas Internacionales es de los autores y no comprometen a la institución.
Seny Hernández
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