Un 30 de diciembre hace 12 meses publicamos un artículo titulado “2014, el año en que la clase política debe pedir perdón… ¡Y hacer su trabajo!” ( HYPERLINK «http://radardelosbarrios-fuerzavenezuela.blogspot.com/2014/12/2014-el-ano-en-que-la-clase-politica.html» http://radardelosbarrios-fuerzavenezuela.blogspot.com/2014/12/2014-el-ano-en-que-la-clase-politica.html). Allí expusimos que, durante el primer semestre de ese año, la juventud opositora y los estudiantes protagonizaron luchas por la democracia y la libertad que fueron duramente reprimidas por la fuerza pública y por grupos irregulares oficialistas, mientras que en el segundo semestre de ese mismo año importantes sectores de trabajadores, mayoritariamente oficialistas, dieron también duros combates en defensa de justas reivindicaciones, peleas que igualmente fueron reprimidas por el gobierno.
Al respecto dijimos entonces: “Esas luchas cubrieron todo el país en lo geográfico y en lo sociopolítico, y tanto las peleas de la juventud opositora como las de los obreros en su mayoría chavistas mostraron mucho coraje. Pero lo que no tuvieron fue unidad, dirección clara ni sentido definido: se protestó, si, pero en momentos distintos, en lugares distintos, por motivos distintos, enfrentando divididos al mismo adversario. Ese adversario, aunque infinitamente más débil que el pueblo, pudo imponerse por una razón elemental: luchamos divididos, y por eso el gobierno pudo postergar su derrota”.
Esa fue la tarea que nos impusimos en este año 2015 que recién termina: No sólo “unir a la oposición”, que por ese entonces enfrentaba severas dificultades internas, sino sobre todo unir al país. Para eso desarrollamos desde la Secretaría Ejecutiva de la MUD dos esfuerzos fundamentales, uno en materia de contenidos y otro en materia de formas de lucha. A propósito de los contenidos, colocamos el énfasis del discurso y de la acción política de la Unidad en el combate a la crisis económica y social, en el combate al hambre y a la inseguridad, pues aunque esos no eran los únicos factores que generaban preocupación y malestar en los distintos sectores de la población, si eran los factores comunes presentes en la protesta de todos los sectores de la ciudadanía.
A propósito de las formas de lucha nos costó un poco más posicionar un concepto de “calle” que fuera mas allá de las marchas y de las barricadas. Sin embargo, al cerrarnos el gobierno el acceso a los medios masivos de comunicación, no le quedó a los partidos otro remedio que asumir una campaña (social primero, electoral después) cara a cara, puerta a puerta, casa a casa, cambiando “la calle” de las vanguardias solitarias y “la calle” llena sólo de los ya convencidos por la calle que realmente nos interesaba, que es la calle con pueblo y sobre todo con pueblo por convencer.
Ese cambio en los énfasis del discurso y en la forma de hacer el trabajo dio un fruto, que Venezuela entera cosechó el pasado 6 de diciembre. Aquel artículo de finales del 2014 decía en sus párrafos finales esto: “Voy a luchar para que la campaña electoral de la oposición consista en la lucha diaria, junto al pueblo, contra el paquetazo rojo y contra la represión ejercida por sus poderes secuestrados. Voy a luchar para que ese activismo social y político del día a día se vea coronado por una inmensa victoria en las elecciones parlamentarias, porque la única manera de no ganarle electoralmente a un gobierno con 80% de rechazo es absteniéndose, y ese gusto no se lo vamos a dar al régimen. Voy a luchar, en fin, porque 2015 termine con una clase política opositora que en vez de pedirle perdón al pueblo pueda mostrar con hechos que ha sido capaz de detener la caída del país e iniciar su recuperación…”
Hoy, cuando ha terminado ya este duro y exitoso año 2015, quiero agradecer vivamente a todos los venezolanos y venezolanas, a todos los jóvenes y muchachas, a las abuelas y abuelos y hasta a los niños y niñas que desde la histórica madrugada del 6 de diciembre se me acercan en todas partes (en el barrio y en la urbanización, en el cerro y en la avenida, en la parada del jeep y en el Metro, en cualquier lugar y a cualquier hora) para abrazarme, para llorar de alegría en mi pecho, para estrechar mi mano, para cubrirme de bendiciones de pies a cabeza y para -con palabras tan sentidas como hermosas- expresar gratitud por el triunfo obtenido.
Les digo en estas líneas lo que personalmente les he dicho en cada encuentro: ¡gracias por las bendiciones, por que la protección de Dios y el cariño de la gente es lo único con lo que realmente contamos! El triunfo obtenido es un triunfo de todos, porque entre todos lo construimos y también porque para todos es el beneficio que se busca. Por eso mismo debemos seguir unidos: para exigirle al Gobierno que, mientras esté en el poder, deje la peleadera y se ponga a trabajar por el país. Para apoyar a nuestros diputados en la construcción de soluciones al hambre y al miedo, a la escasez y la inseguridad; Para seguir aprendiendo a ser cada vez más ciudadanos y menos «habitantes», a ser dueños de nuestras vidas y no espectadores de la vida de otros, a ser las mejores personas que podamos ser, como individuos y como pueblo. En el 2015 demostramos que todo es posible si estamos unidos: Derrotamos democráticamente a un gobierno que no es democrático, vencimos pacíficamente a un gobierno violento, y lo hicimos con su reglas, con un arbitro vendido y con los «observadores» que el mismo gobierno escogió. En esas complejas condiciones, vencimos y algo más importante aún: ¡convencimos!
En el 2016 nos esperan retos aun más difíciles: tendremos que vencer al mismo tiempo la crisis económica y social, junto a la crisis política e institucional. Tendremos que vencer el hambre y la corrupción, la inseguridad y el totalitarismo. Y tendremos que hacerlo simultáneamente, porque una cosa es producto de la otra: hay escasez porque hay un sistema económico que es corrupto y que no funciona; hay inseguridad porque hay un sistema político que le da impunidad a los criminales para que el pueblo se desmovilice y se desmoralice. No hay contradicción, entonces, entre la construcción de soluciones a la crisis económica y social y la búsqueda del cambio político urgente: una lucha refuerza la otra, y ambas nos conducen a la Venezuela unida, esa Venezuela del primer mundo que todos merecemos y necesitamos.
En 2016 Venezuela se enfrenta no sólo a “dificultades económicas” o a “conflictividad política”. En este año que recién comienza los venezolanos nos enfrentamos a la necesidad de reformular nuestro proyecto nacional para ser un país viable, basado en el talento y el esfuerzo de su gente, para poder convertir los recursos en riquezas y las riquezas en capital social, es decir, en individuos exitosos que forman parte de una sociedad próspera y solidaria. Tenemos que pasar de tener un gobierno que hace las cosas “como sea” a tener un gobierno que trabaje como debe ser. Tenemos que pasar de ser sujetos inmersos en un “todos contra todos” compitiendo amargamente por la sobrevivencia, a ser un ciudadanos que forman parte de un nosotros respetuoso y armónico, en el que la diferencia se celebre y no se aplaste.
Convertir esta crisis en oportunidad no será fácil, pero es indispensable. Y para ello es también indispensable seguir unidos, y hacer que nuestra unidad se fortalezca y expanda. Ninguna franquicia, ningún ego está por encima de la necesidad del país, del derecho del país a avanzar y vencer. Ese es un importante aprendizaje que los ciudadanos le recordaremos a quien sea necesario, constantemente. ¡Pa’lante!
FOTO 2015-12-07T102906Z_1062613403_GF10000257218_RTRMADP_3_VENEZUELA-ELECTION
“El triunfo obtenido es un triunfo de todos, porque entre todos lo construimos y también porque para todos es el beneficio que se busca”…