Ayer sábado 23 de Enero, los demócratas venezolanos (es decir: la inmensa mayoría del pueblo) conmemoró el derrocamiento de la penúltima dictadura que sufrió nuestro país. Y lo hicimos como debe ser: en asambleas populares que promovieron el encuentro de los victoriosos diputados de la Unidad con el también victorioso pueblo que los llevó, a punta de votos, hasta sus curules.
23 de enero de asamblea y calle
El perfil de estos eventos que se realizaron ayer en Caracas y en varias otras ciudades del país retratan lo que es ya el trabajo de la nueva mayoría democrática: trabajo intenso de nuestros diputados, construyendo desde el ámbito parlamentario soluciones concretas al drama económico y social que azota a todo el país y especialmente a los más pobres, y activismo partidista y ciudadano en las calles, solidarizándonos directamente con el pueblo que es víctima del hambre y del crimen. Y en ambos escenarios de lucha la nueva mayoría democrática debe adelantar, simultáneamente con la búsqueda de mejoras económicas y sociales para la población, la búsqueda del cambio político urgente, pues sólo así el poder dejará de ser parte del problema y empezará a ser parte efectiva de la solución.
17 años contra 17 días
Desmantelada no por “la oposición” sino por el país la maniobra del gobierno con el llamado “decreto de emergencia económica”, que en vez de resolver la crisis sólo buscaba endosar falazmente “la culpa” de la misma a la nueva AN. Algo insólito, por lo torpe y poco creíble: ¡un gobierno que tiene 17 años destruyendo la economía e incubando la crisis, quiere ahora hacerle creer al país que el responsable de la crisis es una Asamblea Nacional que el viernes 22 de enero, cuando rechazo el decreto tramposo, esta cumpliendo apenas 17 días funcionando! ¡17 años contra 17 días! Ahora la minoría gobiernera, aturdida, sin reflejos, actuando de error en error, sin liderazgo y sin brújula, solo atina a decir: “¿Bueno, digan entonces donde están las propuestas de la oposición?”
Maduro: mucho ayuda el que no estorba…
A la minoría gobiernera le respondemos con claridad: proponer al país medidas concretas y viables para solventar la crisis es una responsabilidad del gobierno. Si el Ejecutivo no quiere asumirla entonces que renuncie: ¡mucho ayuda el que no estorba! Si Maduro y los escombros de su gobierno no saben qué hacer, no pueden hacerlo o no quieren pagar el costo político de proponer y adoptar las medidas que requiere con urgencia el país, entonces que de un paso al costado, y que permita (tanto a la nueva mayoría democrática como a los sectores del oficialismo que no quieran inmolarse junto a la ineficiencia y corrupción madurista) construir en forma consensuada una solución constitucional, electoral, democrática y pacífica, que destranque el escenario político y genere el clima de estabilidad y gobernabilidad que es indispensable para detener la caída de la economía e iniciar la mejora sostenible de las condiciones de vida de la población.
Venezuela necesita no un “paquete” sino un compromiso
Pero si ciertamente no es responsabilidad de la oposición anunciar “medidas” o “recetarios”, si es un deber de la nueva mayoría democrática que en breve será poder señalar al país cual es la orientación estratégica necesaria no sólo para vencer la crisis, sino además para convertirla en oportunidad. También en ese sentido somos claros: ningún actor político o social tiene el poder, la capacidad o los recursos para enfrentar y resolver la crisis por si solo. Es tan amplia y profunda la crisis generada por 17 años de destrucción del aparato productivo venezolano, por 17 años de ineficiencia “ideológica”, por 17 años de saqueo y corrupción, que ningún actor puede, en solitario, resolver el entuerto y reconstruir lo destruido. El gobierno, en su inmadura soberbia sectaria, pretendió imponerle al país una receta, su receta, contenida en el fallido decreto de emergencia que no consultó con nadie. Nosotros planteamos hacer lo que ya se inicio en la Asamblea Nacional: Consultar a todos los actores sociales, gremiales, académicos, científicos y políticos , a todas los movimientos sociales auténticos, a los trabajadores, a los empleadores, a los emprendedores, a los jubilados y pensionados, a los estudiantes, a todos, y construir no sólo un “recetario”, sino un compromiso.
La fuerza es la unión
En efecto: así como en 1958 la Venezuela unida logró primero el derrocamiento de la dictadura a través de la Junta Patriótica y luego décadas de estabilidad y crecimiento gracias a la cultura de entendimiento y acuerdo expresada en el Pacto de Punto Fijo, en 2016 la Venezuela unida necesita impulsar una salida política constitucional a la crisis, si es consensuada mejor, y simultáneamente construir un pacto que garantice al país la estabilidad política necesaria para el crecimiento económico, a su vez indispensable para financiar la inclusión y el desarrollo social.
Cinco objetivos de un pacto venezolanista
Ese pacto de la Venezuela unida puede tener cinco objetivos muy claros: pan, porque hoy el hambre es el principal enemigo a derrotar; trabajo, porque es la única manera sostenible, autónoma y decente de lograr el pan; seguridad, porque seguridad ciudadana frente al hampa, seguridad jurídica para las empresas, y seguridad de las personas en el acceso a las medicinas son elementos indispensables para garantizar la vida y la productividad; democracia, porque sin poderes autónomos que se regulen mutuamente los corruptos seguirán como en estos 17 años saqueando las riquezas del país y abusando del poder; y libertad, porque esa es la vocación histórica del pueblo venezolano.
El nuevo puerta a puerta…
Esa es la estrategia. La táctica es sencilla, pero poderosa y eficiente: desde la Asamblea Nacional, ser caja de resonancia de la Venezuela que lucha, denunciando ineficiencias y corruptelas y construyendo soluciones; desde la calle, retomando el puerta a puerta, el casa por casa, el cara a cara con el pueblo, esta vez no para buscar votos sino para acompañar al pueblo en su lucha para defenderse de la crisis, realizando en barrios y urbanizaciones jornadas médico-asistenciales, buscando medicinas y llevándolas a donde son requeridas con urgencia, y haciendo en los sectores más pobres ollas comunes, sancochos populares, organizados por el liderazgo comunitario y financiados por la solidaridad de todo el barrio, para que por lo menos ese día cada habitante del sector tenga por lo menos una comida caliente, un plato humeante que además de valor nutricional tendrá el valor agregado de la solidaridad activa y el aprendizaje concreto de la importancia de la organización popular.
Lucha social y cambio político
Y todo esto esta íntimamente relacionado con la búsqueda del cambio político, porque precisamente organización popular, movilización solidaria y unión estrecha de la base social y el activismo democrático son las claves para lograr eso que el 6D ya vimos que además de necesario es posible: el cambio de verdad, pacífico y contundente. ¡Pa’lante!
RADAR DE LOS BARRIOS // CHUO TORREALBA