Durante el mes de enero, en la década de los sesenta del siglo pasado, se produjeron dos muerte trágicas de dos grandes líderes africanos. El primero fue Patricio Lumumba, el 17 de enero de 1961. Lumumba se atrevió a asumir con valentía la independencia del Congo ante la bestialidad inhumana a la cual su pueblo había sido sometido por los belgas desde 1885. Los belgas, conjuntamente con la CIA, la inteligencia británica y algunos traidores congoleses cercanos a Lumumba, procedieron a arrestarlo, luego a torturarlo, cortarle las manos y asesinarlo de la forma más vil y cobarde. El otro gran líder africano, asesinado supuestamente por la inteligencia portuguesa en Guinea Conakri, fue el ingeniero agrónomo Amílcar Cabral, quien cae bajo una ráfaga de balas el 20 de enero de 1973.
Estos dos líderes africanos son recordados en el mundo entero por la actitud valiente de desafiar las fuerzas del orden con la finalidad de conquistar la democracia revolucionaria para su pueblo. Lumumba y Cabral nos dejaron lecciones de ética y compromiso real con su pueblo aun contando con la muerte.
Las lecciones de Cabral
Tenemos por costumbre siempre buscar referencias ocidentales cuando estamos en tiempos de crisis. Pocas veces se toman en cuenta las experiencias del mal llamado tercer mundo. En ese sentido, el continente madre con su historia contemporánea nos puede dar lecciones. Recientemente, el presidente Nicolás Maduro decretó el pais en emergencia económica nacional. Se creó un consejo presidencial para tratar de salir de esta emergencia, que tendría como lapso dos meses y ojalá esta larga espera no se prolongue más alla de ese tiempo, pues las consecuencias pudieran ser trágicas. Las causas de esta emergencia vienen dadas por la llamada guerra económica, el saboteo a lo largo del 2014 por las guarimbas, el bloqueo invisible, la guerra mediática, la presión de Estados Unidos con su decreto de que somos una amenaza, sumándole la guerra sucia de un sector de la Unión Europea, pero también por no haber tomado las previsiones sobre el modelo rentista petrolero y sus hipertrofias, de las cuales ya Pérez Alfonso, Domingo Alberto Rangel y Rodolfo Quintero, entre otros, venían advirtiendo desde hace mas de tres décadas y no se le puso atención (ni en la cuarta ni en la quinta república). Por último, nuestras fallas internas, donde muchos dirigentes políticos y gerentes de alto y medio nivel no supieron interpretar sus propias debilidades ante las hipertrofias del modelo, como dijera Amílcar Cabral: “ Nos referimos aquí a la lucha contra nuestras propias debilidades …pero nuestra experiencia nos ha demostrado que, en el marco general de la lucha de todos los días, esta batalla contra nosotros mismos -sin importar las dificultades que el enemigo puede crear- es el más difícil de todos, ya sea para el presente o el futuro de nuestros pueblos. Esta batalla es la expresión de las contradicciones internas en la realidad económica, social, cultural (y por tanto histórica) de cada uno de nuestros países. Estamos convencidos de que cualquier revolución nacional o social que no se basa en el conocimiento de esta realidad fundamental, corre grave riesgo de ser condenados al fracaso”.
La deficiencia ideológica
Cabral, en su discurso a la Conferencia Tricontinental, realizada en La Habana en 1966, dejó constancia de ese cáncer que observaba en el proceso de guerra de liberación de Guinea Bissau y Cabo Verde, que no están muy lejos de nuestras debilidades dentro del proceso bolivariano.
Pero también argumentaba que gran parte de esas debilidades internas eran por “la deficiencia ideológica, por no decir la total falta de ideología, dentro de los movimientos de liberación nacional -que es básicamente debido a la ignorancia de la realidad histórica que estos movimientos pretenden transformar-, lo que constituye una de las mayores debilidades de nuestra lucha contra el imperialismo, si no la mayor debilidad de todas”.
Hoy es imperativo retomar las ideas fundamentales del Plan de la Patria, reactivar con los mejores cuadros políticos/economicos de los proyectos impulsados por el presidente Chávez con participación del pueblo, con gente del pueblo que conozca nuestras realidades y que sepan en verdad hacer algo. Para eso se necesita una rígida formación ideológica aterrizada con las necesidades del pueblo. Se debe revisar desde aquellos a quienes les dieron dólares preferenciales para la importación y desviaron esos dólares, así como también aquellos a quienes se les dieron créditos agrícolas dos o tres veces y nunca se les hizo ni evaluación ni auditoria.
LA VOZ DE AFROAMÉRICA
POR JESUS CHUCHO GARCIA