Las inversiones en infraestructura contribuyen a mejorar la productividad, la competitividad internacional y el bienestar social
Las perspectivas de crecimiento de América Latina para este año 2016 dan cuenta de un retroceso en el crecimiento de nuestras economías, fenómeno que lo acentúa (entre otras variables) la caída de los precios del petróleo y otras materias primas, de las cuales depende el dinamismo del Producto Interno Bruto (PIB) de estos países.
El escenario antes descrito limita la capacidad de inversión pública en proyectos de emprendimiento empresarial y en infraestructura, dado que los gobiernos deben establecer como prioridad focalizar los presupuestos estadales en los programas sociales.
Sin embargo, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), nos trae una experiencia interesante de cómo se pueden mitigar las limitaciones de recursos para invertir en áreas distintas a la alimentación, salud y educación. Se trata de las alianzas público privadas (APP).
La APP es un mecanismo que “…representan una de las mayores innovaciones en el sector de infraestructura de América Latina en los últimos años, habiendo servido de base la experiencia previa de otros países, como España e Inglaterra, para el desarrollo de este tipo de colaboraciones en la región», dice el informe elaborado por CAF -banco de desarrollo de América Latina.
El mismo documento cita una verdad que cualquier ciudadano común puede constatar en la cotidianidad de las ciudades o poblaciones donde se desarrollan obras sistemas de transporte masivos, autopistas y carreteras, etc., “…las inversiones en infraestructura contribuyen a mejorar la productividad, la competitividad internacional y el bienestar social. En definitiva, pueden suponer un impulso para las economías nacionales”.
La CAF señala algunos casos éxito en la región, entre los que destacan Chile y México, y en menor proporción países como Brasil, Colombia, Perú y Ecuador.
En el ejemplo de Chile, este país andino impulsó inversiones en las infraestructuras de transporte combinando capital público y fondos privados nacionales. “Con esta combinación han logrado crear una de las infraestructuras de transporte más avanzadas de la región, que ha beneficiado tanto a los ciudadanos como a los inversores privados” se cita en el informe.
Añaden otro ejemplo, México, “donde se ha evolucionado tanto en el desarrollo de concesiones, como en otros modelos de APP para introducir la iniciativa privada en la provisión de infraestructuras, a pesar de los problemas que tuvieron las concesiones otorgadas a principios de los años noventa, dentro del marco del Programa Nacional de Autopistas”.
La CAF concluye que los contratos basados en las APPs son instrumentos efectivos para recaudar el financiamiento y los recursos necesarios para impulsar su desarrollo.
Desde Venezuela, debemos mirar estas experiencias sin ningún tipo de compromiso, pero sí evaluar objetivamente qué aspectos son susceptibles de aplicar en nuestro país para continuar desarrollando no solo infraestructura, sino muchas de las empresas de sectores intensivos en capital, que requieren cuantiosas inversiones para incrementar su capacidad de producción.
Miguel Pérez Abad