¿Qué pasó que se produjo este socollón o sacudón electoral desprevenido, producto del hambre manipulada que volteó todo lo que se venía construyendo?
De los rivales de los votos del 6D -la MUD y PSUV- naturalmente uno tenía que ganar y el otro perder; ganó la MUD por presión del hambre y el campo libre sin comida. Cazadora de oportunidades fortuitas, la oposición aprovechó el desgarro político para ponerse en la mitad del poder de decisión del gobierno, cuyo poder se redujo a la poderosa firma o rúbrica manual del Presidente, que pasó a valer oro puro de la máxima calidad o más fino quilate.
Esa súper firma, de acuerdo al amparo del articulado e interpretación de la Constitución Bolivariana, es un hecho blindado y acorazado antimaterialmente y contraoposición, que se estrellará ante ella y por cuyo motivo puede firmar lo conveniente para las gentes y no firmar y rechazar la no apropiada o improcedente. ¿Que vienen los diálogos o quizás los supuestos negados pactos? Queda en la circunstancia y consciencia de socialismo y de pueblo que tiene el presidente Nicolás Maduro Moros.
Recordemos unos párrafos de la política científica al analizar el hambre como causa de provocación inducida por el enemigo, para producir una reacción adversa al orden político apacible que se venía procesando sin alteraciones del tipo sorpresivo, que dejan petrificado al más inconmovible escéptico.
Esa sorpresa nos llenó de inquietudes para preguntarle al entorno de sabios carcomidos asesores de Nicolás Maduro, como lo son sus periodistas, politólogos, historiadores, abogados litigantes, sociólogos, psicólogos y psiquiatras políticos, todos un anillo político de prevención de los fenómenos imprevistos peligrosos por suceder, que alteran la rutina política pacífica que transcurre en la paz de la república.
¿Qué pasó que se produjo este socollón o sacudón electoral desprevenido producto del hambre manipulada que volteó todo lo que se venía construyendo? Es que este grupo de luminarias no se percató con antelación lo que la agresión del hambre puede producir, cuando es sostenida, repetida y constante todos los días, sin la esperanza de corregir por la culpa del achantamiento cómodo y holgado de los funcionarios del gobierno que hicieron que se produjera este desbarajustado enclenque.
Fallaron quienes tenían la obligación de buscar los alimentos para cortar a tiempo este desastre inducido que se hizo un fenómeno sobrevenido a ultranza.
Los paliativos alimenticios necesarios para evitar hecatombes no surtieron el efecto esperado, porque no cubrieron la suficiente cobertura de la hambruna que ataca generalizada a todo el país y sobretodo acecha despiadadamente a los barrios y zonas marginales, donde hay tantos niños desnutridos que este síndrome hambreador se ha sentido en la psiquis colectiva más fuerte.
El impacto mental y emocional ha producido el castigo que le hacen al inocente cuando lo llevan a la horca o silla eléctrica.
Pero en las calles, las gentes hambrientas sí saben lo que hay que hacer, que dicen que con Chávez no hubiera pasado, pero el pueblo sigue resistiendo heroicamente este embate de esta ominosa oposición que le fustigó un latigazo a la revolución -mal dado, pero efectivo.
Este mismo pueblo espantado aún se mantiene sereno y calmado en la expectativa de saber qué va a pasar y se contiene a no llegar a una implosión de tumultos catastróficos de personas contra personas, a matarse de tal forma que se abstiene de no llegar a una explosión social, para enviarle un mensaje claro y expeditivo al presidente y todo su tren de poder.
A este pueblo hay que atenderlo con prontitud y esmero, ya que a la emergencia, venga de donde venga, hay que ponerle atención y cuidado lo más rápidamente posible.
Pedro Núñez Caripe
(El Karikanki)