WASHINGTON. No hay evidencias de amenazas a la seguridad nacional a raíz del creciente escándalo sexual que derivó ya en la caída del jefe de la CIA y que ha dejado en vilo la carrera del comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, dijo el miércoles el presidente Barack Obama.
Mientras, los legisladores seguían indagando en la enredada serie de correos electrónicos que desató el escándalo, en busca de descartar esos riesgos a la seguridad nacional.
En su primera conferencia de prensa después de su triunfo en los comicios del 6 de noviembre, Obama buscó ganar apoyo hacia sus propuestas económicas, de cara a las negociaciones con los legisladores sobre el llamado abismo fiscal. Ese fenómeno sobrevendría al comienzo del siguiente año, cuando expiren los recortes de impuestos vigentes durante una década, y se reduciría drásticamente el presupuesto para programas militares e internos, lo que podría derivar en otra crisis económica.
Pero el escándalo de los generales ha eclipsado esta semana la agenda económica de Obama. La situación podría descarrilar también los planes de una transición tersa en su equipo de seguridad nacional y complicar la planificación militar en un momento crucial dentro de la guerra en Afganistán.
En estas condiciones, Obama debió responder a varias preguntas relacionadas con el escándalo. Confió en que éste represente «una sola nota» al calce en el currículum, por lo demás extraordinario, del ex director general de la CIA, David Petraeus.
Petraeus, otrora el comandante principal de Estados Unidos en Irak y Afganistán, dejó el cargo en la CIA tras reconocer una relación extramarital con su biógrafa Paula Broadwell. Según las autoridades, Broadwell envió correos electrónicos anónimos e intimidatorios a una mujer a la que aparentemente consideraba una rival por el amor de Petraeus.
Esa mujer, Jill Kelley, intercambió a su vez miles de mensajes electrónicos, algunos de los cuales incluyeron coqueteos, con el actual comandante en Afganistán, el general John Allen. Semejantes correos representarían evidencias de otra relación inapropiada.
Obama no respondió a las preguntas de si fue informado con la debida celeridad acerca de las investigaciones del FBI que llevaron a la renuncia. Los funcionarios de la Casa Blanca se habrían enterado de las investigaciones el miércoles pasado, un día después de los comicios, y Obama fue alertado al día siguiente.
«Espero que ellos sigan los protocolos que han establecido ya», dijo Obama. «Uno de los desafíos aquí consiste en que se supone que no debemos interferir en las investigaciones penales, y esa ha sido nuestra práctica».
El presidente dijo que no tiene toda la información sobre las investigaciones del caso.
Petraeus, cuya prestigiosa carrera llevó a que algunos especularan que se postularía a la presidencia del país, dejó su puesto el viernes, luego de reconocer su infidelidad y ofrecer disculpas.
El director interino de la CIA, Michael Morell, comenzó a responder el martes las preguntas de los legisladores. Se reunió con los senadores relacionados con el tema de inteligencia para explicar las acciones de la CIA ante los hechos que derivaron en la dimisión de Petraeus.
Los legisladores están particularmente preocupados por los reportes de que Broadwell tenía información secreta en su computadora portátil, aunque los investigadores del FBI dicen haber concluido que no se filtraron datos de seguridad.
Morell se reuniría el miércoles con los dirigentes de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes.