La socialdemocracia padece la tragedia de un capitalismo que no le hace caso, explota, crea miseria espiritual y material, contamina, arrasa con la vida con tal de obtener lucro
La gran tragedia de la socialdemocracia es presentarse como revolucionaria, buscadora del socialismo pero no querer superar al capitalismo; aspira a un capitalismo bueno, productivo, sin máculas, controlable, que se porte bien. Por supuesto, siempre están poniendo paños calientes, tapando grietas y fracasando. Veamos.
La socialdemocracia padece la tragedia de un capitalismo que no le hace caso, explota, crea miseria espiritual y material, contamina, arrasa con la vida con tal de obtener lucro.
La obliga a gobernar construyendo una mentira que será sustituida por otra mentira, así hasta que se agote ese gobierno y sea reemplazado por otro que reavive la esperanza, la confianza, que mienta hasta que se agote.
Esa es la esencia de la democracia burguesa, de esta manera, con este engaño la sociedad se rinde al capitalismo.
Si la sucesión democrática falla viene un periodo de dictadura, para luego abrir paso a otro periodo socialdemócrata.
Fue muy rápido, cosa de tres años, que nos vimos sumergidos en una democracia burguesa, con su cretinismo parlamentario, donde se sacian los egos de los diputados nuevos y viejos, y las peleas de lucha libre mexicana hacen las veces de circo romano.
Su gobierno planifica con ilusión el control del capitalismo, planificando mentiras, ingenuidades, por ejemplo: le pide los capitalistas que traigan del extranjero los dólares que se robaron de la renta, que vengan a «producir», que no se comporten como capitalistas choros. Desconocen, o fingen desconocer la esencia de capitalismo.
El capitalismo busca la mayor ganancia con el menor esfuerzo.
Aquí es más fácil robarse los dólares, bachaquear, derivar la comida del Bicentenario, esperar que les regalen los taxis, las viviendas, que capturar la plusvalía en la explotación; por eso los países asignados por el capitalismo internacional para ser proveedores de materias primas no producen, al contrario, importan, a lo sumo sirven de cloaca a la contaminación de los grandes industrializados.
De allí que la única manera de zafarse de la lógica del capital, de la mentalidad rentista, es con el Socialismo, el único que puede modificar la cultura rentista, sustituirla por la cultura de la colaboración del trabajo que beneficia a toda la sociedad. Devolverle a la gente la conciencia de pertenencia a la sociedad.
En el capitalismo no es posible dar el salto cultural, se está condenado a la fragmentación a todos los niveles, desde el individual hasta el social, incluyendo el familiar. El capitalismo, por su naturaleza, tiene fuerzas espirituales que reclaman la división, el sálvese el que pueda, la lucha de todos contra todos.
Cuando el gobierno oyó los cantos de sirena del capitalismo, se reunió con Cisneros y Mendoza para elevar las fuerzas productivas para crear riqueza, selló un compromiso con el diablo burgués que no ha podido romper.
Desde aquellos días hasta hoy, esta ha sido su política, adular a la burguesía para que produzca y la burguesía una y otra vez se roba los dólares y deja al gobierno con el corazón destrozado, planificando otro proyecto, otro motor para engañar a la masa y ser engañado.
En este ritornelo se agota y la socialdemocracia ya prepara al sustituto, ya viene otro engañador de feria a proponer nuevos proyectos, nuevas consignas vacías, nuevos engaños. Y así seguirá la dominación capitalista en un país rentista, a menos que…
Toby Valderrama
y Antonio Aponte
aporrea.org