Es evidente, como clara la luz del sol, que nuestro pueblo está viviendo, desde hace unos meses, una aguda situación económica, propiciatoria de zozobra y malestar social, que tiene su razón de ser en el interés que anima a sectores y agentes económicos y políticos de la derecha opositora de desestabilizar el funcionamiento normal del país en aras de crear condiciones que les facilite el acceso al poder político.
Explosivo coctel
Es por ello que no se detienen en sus desmedidas acciones, generadoras de escasez de productos básicos (alimentación, medicinas, higiene personal, de limpieza para el hogar, etc.), aumentos desproporcionados de precios, “bachaqueo”, contrabando de extracción, boicot a la producción y a la distribución de bienes, distorsión del sistema cambiario, etc., con tal de motivar la alteración del desenvolvimiento de la vida cotidiana, estimulando angustia e incertidumbre colectiva, y, así, obtener los calculados réditos políticos, como ya fue el caso con las elecciones parlamentarias de diciembre pasado, en las que alcanzaron el control de la Asamblea Nacional y que, ahora, están usando como ariete para socavar y pretender alterar el orden constitucional y, de esta forma, materializar lo que ya intentaron en años precedentes con el “drenaje de arrechera” y con la nefasta e infructuosa movida de “La Salida”, que tan trágicos y terribles resultados le produjeron a centenares de familias y a la sociedad en su conjunto.
Frente a este cuadro, sucintamente perfilado, de guerra económica al que, por supuesto, habría que adosarle la manipulación mediática, la guerra psicológica, el saboteo del servicio eléctrico, el cerco financiero, la exacerbación de la inseguridad personal a través del uso criminal del “pranato” inducido y monitoreado por el paramilitarismo importado, la presión diplomática y política ejercida por el imperialismo y la derecha internacional y, como la guinda que adorna el explosivo coctel, la afectación imperialista de los precios petroleros, provocando una abrupta caída en los ingresos de divisas y debilitando, por tanto, la economía de los países productores de petróleo, entre otros de Rusia, Ecuador y, en especial, de Venezuela, por la postura de defensa de sus recursos energéticos y de la soberanía nacional que ha sabido enarbolar y mantener el gobierno bolivariano, primero con el Comandante Chávez y, ahora, con Nicolás Maduro.
Frente a esta compleja situación, el presidente Nicolás Maduro, consciente de su responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, teniendo presente su orientación humanista y socialista y el legado del comandante Chávez como fuente de inspiración, ha tomado un conjunto de medidas destinadas a garantizar los derechos del pueblo; los mismos que el sistema capitalista, que es el que inspira y motiva a la derecha, por definición y naturaleza depredadora, desconoce e invisibiliza.
Protección del pueblo
Medidas dirigidas, pues, a enfrentar y contener la guerra económica y la inestabilidad política y a ensanchar la protección del pueblo, en total contraste con las recetas de corte neoliberal (congelación de salarios, liberación de precios, privatización de activos de la nación, reducción de gasto público en educación, salud y seguridad social, despido masivo de trabajadores, etc.), impuestas por el Fondo Monetario Internacional, que estila ejecutar la derecha cuando, ejerciendo funciones de gobierno, ha sobrevenido una caída de los precios petroleros.
Las medidas adoptadas por el presidente Maduro van dirigidas, como él mismo ha expuesto, a restituir la estabilidad económica de las familias venezolanas, a establecer un nuevo sistema cambiario, con un dólar protegido, para garantizar los alimentos, medicinas e insumos para la producción nacional, a implementar un nuevo sistema de precios de la gasolina con miras a sostener, con los ingresos adicionales, las Misiones y Grandes Misiones, a reestructurar la Misión Alimentación para mejorar el abastecimiento de los alimentos, a diseñar un nuevo sistema de precios para que los productos alcancen un precio real en los sistemas de distribución formales, a impulsar una profunda política de recaudación fiscal para sostener el ritmo de la industria de construcción de obras públicas y a garantizar, con ello, la ocupación laboral, el aumento salarial y el incremento en el bono alimentación.
Así mismo, con la activación e impulso de los 14 motores económicos prioritarios, como se ha señalado, se abrirá un cauce sostenido para elevar la producción en general, comenzar, efectivamente, a superar el rentismo petrolero y a incentivar el desarrollo industrial y tecnológico; y, por otro lado, se estimulará el auspicioso brazo de la producción social y comunal.
Como ha anunciado el presidente Nicolás Maduro, la instrumentación de esta gesta económica y social ha de estar acompañada con el enfrentamiento a fondo de la corrupción a todos los niveles y con el ejercicio firme y sostenido del control social y popular.
Garantía de paz
Los patriotas venezolanos, al margen de la tolda política que los defina, tienen que hacer votos a favor de estas medidas, pues, su éxito, es condicionante para la superación de los problemas del país por la vía democrática y garantía de una sociedad armoniosa en la que todos los venezolanos y venezolanas podamos vivir en paz, con igualdad de derechos y con dignidad.
Lamentablemente, sabemos, que esta no es la vocación ni la voluntad de los desbocados dirigentes de la derecha paraopositora ni de los cabezas de ñema de la burguesía parasitaria, orientados, más bien, por el deseo de que la situación se complique en el país, por incentivar la desestabilización social e institucional, a ver si de esta forma se crean las condiciones que les propicien el ansiado retorno al poder político de la nación. Como diría nuestro amigo, el llanero, deseos no preñan.
NOTAS PARALELAS
Miguel Ugas