“El comandante Chávez siempre tuvo inmensa fe en los poderes creadores del pueblo; por eso le devolvió las tierras que los terratenientes le habían expropiado a los indígenas, a los afrodescendientes y a los campesinos y campesinas en general…”
La revolución bolivariana no se ha limitado solo al ámbito de la redistribución de la riqueza petrolera para proteger al pueblo, sino que ha ejecutado un profundo proceso de transferencia y restitución de poder al mismo. El comandante Chávez siempre tuvo inmensa fe en los poderes creadores del pueblo; por eso le devolvió las tierras que los terratenientes le habían expropiado a los indígenas, a los afrodescendientes y a los campesinos y campesinas en general; le entregó a los trabajadores y trabajadoras el control de las fábricas que los patronos habían quebrado; dotó a las comunas de tierras, medios de producción y recursos. Todo eso quiere ser borrado de un plumazo en el artículo 19 de la mal llamada Ley de Producción Nacional presentada en la Asamblea Nacional, que bien debe llamarse Ley de Privatización y Flexibilización Laboral.
En el referido artículo de esa propuesta de ley, “se ordena al Ejecutivo” la transferencia a “un tercero” de reconocida “capacidad financiera” de todas las tierras y medios de producción que estén en manos del pueblo. Es decir, ordena al Gobierno Bolivariano que expropie a 250 mil campesinos e indígenas y cerca de 80 mil trabajadores y trabajadoras, a favor de los diputados empresarios y de sus financistas. Además, esta ley terceriza las relaciones laborales, libera los precios, entre otras aberraciones neoliberales.
En la práctica se derogan las leyes del Trabajo y de los Trabajadores y Trabajadoras, de Tierras y Desarrollo Agrario y de los Pueblos Indígenas, entre otras. Pero lo más grave de esta propuesta es la irresponsabilidad de no medir la respuesta de todos estos sectores que no se van a dejar privar de la propiedad sobre estos activos. El pasado jueves vimos apenas una primera acción de los voceros y voceras populares y la respuesta represiva del presidente de la Asamblea Nacional: “Seguridad, desaloje a las barras del parlamento”, exclamó. Si hubiese podido, hubiese dado la orden: “Disparen primero y averigüen después”. Están sembrando vientos.
Esos mismos vientos neoliberales fueron los que ocasionaron la tempestad de febrero de 1989, hace 27 años, que culminó con la peor masacre cometida en nuestra patria, ordenada por los mismos impunes de siempre, los que hoy pretenden auto perdonarse con la ley de olvido criminal.
Está en nosotros que no se repita la exclusión, el despojo y la masacre. Para ello debemos responder a la confianza del comandante Chávez y lograr la máxima producción de las tierras y medios de producción en manos del pueblo y debemos defender con pasión la propiedad social sobre los mismos.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece un modelo económico mixto, donde coexisten diversas formas de propiedad. Es así como a los empresarios y productores privados se les reconoce el derecho a la propiedad privada, pero también se establece el derecho del pueblo a tener propiedad sobre factores y medios de producción. Nosotros vamos defender lo conquistado y a demostrar que el pueblo si puede. En eso nos apostamos el alma. ¡Honor y gloria a los mártires de 1989 y de todos los tiempos! ¡Prohibido olvidar!