La MUD y el PSUV son las dos hijas de una misma madre llamada Venezuela con una grave adicción llamada: la renta petrolera y su perverso modelo
Las siamesas son aquellas, como ustedes saben, gemelas cuyos cuerpos siguen unidos después del nacimiento.
La MUD y el PSUV tienen una característica muy particular, ellas se hacen siamesas después de habérseles parido.
El PSUV nace de la mano rebelde de Hugo Chávez, y la MUD es hija legítima de la Coordinadora Democrática, protagonista del golpe del 2002. Sin embargo, son las dos hijas de una misma madre llamada Venezuela con una grave adicción llamada: la renta petrolera y su perverso modelo, aún no superado.
Los padres son distintos, el PSUV es de Chávez y la MUD es producto de una violación múltiple, así que su padre es desconocido, pero al rato después de nacer, el padre del PSUV muere dejando al hijo mayor de su otro matrimonio como padre de la criatura, sin saber que este hijo mayor facilitaría las condiciones para que, como producto del extravío de su cuido, las dos muchachitas se las pasaran tan juntas que se pegaron, hicieron un mismo tronco heredado de la madre que las parió, y hoy son siamesas.
Pero como en la mayoría de los casos, los siameses poseen graves desequilibrios orgánicos, tienen dos cabezas, dos cerebros, pero tienen un mismo corazón, a veces sobrecargado de responsabilidad de bombear suficiente sangre para un cuerpo tan complejo. En esos casos, la suerte de una de las siamesas puede correr más riesgo que otra, y hoy este es el caso.
Es por eso que siendo un solo cuerpo, alimentado de la renta petrolera, la pelea es por las cada vez más escasas divisas, la sangre que alimenta todo ese cuerpo amorfo (con el perdón de siameses, que deben lograr sobrevivir exitosamente de manera simbiótica y sin graves deformaciones).
Hoy la gravedad es tal que el diagnóstico del médico que lleva el caso es que, a pesar de ser un solo organismo, el riesgo de que mueran las dos por la preservación de uno de sus lados, más débil, y con dificultad para evolucionar, lleva a la conclusión de que deberá ser sacrificada una de sus partes, cosa que pasa en el 90% de los casos conocidos.
Eso es lo que hoy está ocurriendo. Una junta médica, sin la madre y los padres de las criaturas, se reúne para decidir cómo extirpar una de las partes del cuerpo siamés, de espaldas a la familia doliente, y decidiendo con base en los intereses médicos netamente instrumentales.
Sin embargo, la verdad es que, igual, la que sobreviva podría tener los días contados, como el 80 % de los casos de este tipo.
Mientras tanto, apoyada por la gran familia, la madre viuda, que anda en eso de superar su adicción, parece haber conseguido un buen hombre y esperan parir un nuevo hijo (una nueva referencia política alternativa y emergente), una nueva esperanza, sin abandonar el destino de sus siamesas, pero conscientes de que el futuro puede ser siempre mejor.
Nicmer Evans
aporrea.org