I Ya cansa verlo. Mejor dicho, no se puede ver. Es el mismo guion de todos sus anteriores programas. Que si la tuerta dijo. Que si el rabo pelao, señaló…
¿Qué estará pasando con los programas del canal 8? Se están desmoronando, por falta de creatividad. Por ejemplo, Diosdado impactó con su programa «Con el mazo dando», en los primeros programas. Pero perdió el «feeling». Se volvió monótono y repetitivo. No tiene nada en la bola.
Se perdió la expectativa que creó en un momento dado. Y ya cansa verlo. Mejor dicho, no se puede ver. Es el mismo guion de todos sus anteriores programas. Que si la tuerta dijo. Que si el rabo pelao, señaló. Que la guaricha, bramó. Y así por el estilo. ¡Dios, mío! ¿No habrá alguien que le sople al oído que actualice ese programa? ¿O que deje el espacio a otro, menos monótono, y con ideas nuevas? A Diosdado lo mató la «moringa».
La usó mucho y se intoxicó. Es bueno que consulte a los diputados de la derecha, sobre cómo hicieron ellos para no sólo sobrevivir, sino para darle esa paliza en diciembre al PSUV, cuando él les aconsejaba a cada rato que tomaran «moringa». A ellos les funcionó, pero a él no.
II
Lamentablemente, el mismo camino lleva el programa «Zurda Konducta». Estos jóvenes deberían irse a estudiar. Ya está bueno de tanta alharaca sin ton ni son. Cumplieron una etapa, pero tienen que renovarse o deberían recoger sus macundales.
Aunque lo dudo, porque ¿dónde van a ganar churupitos tan fáciles? Reconozco que fueron buenos en un momento dado, pero ya no dan más. Mientras, Mario Silva se mantiene viviendo del éxito que alcanzó antes de su pelea con Diosdado. Se retiró, o lo retiraron, y cuando volvió nunca ha sido el mismo. Cayó en el precipicio de Peter. En fin, el canal del Estado ha perdido la audiencia que ganó con estos programas.
Sería bueno que estudiaran la aparición de nuevos programas, con nuevas caras, y con mensajes que lleguen a los televidentes, sobre todo, en estos momentos cuando estamos montados en una bomba de tiempo. El pueblo necesita ser oído. Necesita participación en programas donde digan lo que sienten, y lo que necesitan. Requiere desahogarse. Es la hora de oír al pueblo verdadero, sin tapujos, sin mordaza… Pueblo es pueblo.
III
No quiero aparecer como «agua fiesta». Pero pareciera que estos programas de televisión se parecen mucho a los gobiernos que perduran más allá de los años que contemplan las constituciones.
Fíjense en lo que ha pasado históricamente con los presidentes que han gobernado más de la cuenta. O aquellos que cambian, pero son del mismo partido (casos: Argentina y Brasil). Los pueblos terminan por cansarse de ellos. ¿Por qué? Unos por ser opresores de sus propios pueblos. Y otros, por ineficaces.
El tiempo los ha deteriorado tanto que nada tienen que ofrecer como soluciones a los problemas. El poder los ciega y los hace inútiles.
Conste que es solo una opinión de un periodista que ve los toros desde la barrera.
No tengo ningún interés en señalar a nadie en el modo de gobernar, sea como sea, y dónde sea. Pero algo hay en torno a lo que digo, ya que la historia me respalda. Cuba es la excepción, porque allí sí hubo una revolución. Una verdadera revolución, que acabó el viejo sistema político de raíz, quebró la pertenencia de los medios de producción, e implantó el sistema socialista. Con sus errores, como suele suceder en estos casos, pero se labró su propio destino a fuerza de la voluntad férrea de los cubanos. Los hechos son los hechos. ¡Volveré!
Teófilo Santaella
aporrea.org