La incertidumbre sobre la firma de un eventual acuerdo en dos semanas, para terminar una conflagración que ha involucrado a guerrillas, paramilitares y fuerzas militares y deja ya oficialmente 7,5 millones de víctimas, crece al acercarse la fecha
El presidente de Colombia rechazó sellar la paz con la guerrilla FARC el 23 de marzo si lo negociado es «un mal acuerdo», sembrando nuevas dudas sobre el cumplimiento de la fecha límite convenida por ambas partes.
«Después de tanto esfuerzo, después de tanto tiempo, si no hemos llegado el 23 a un buen acuerdo, yo le digo a la contraparte ‘pongamos otra fecha’, porque yo no voy a cumplir una fecha con un mal acuerdo», afirmó Juan Manuel Santos durante un acto en la ciudad de Pereira (oeste).
Santos y el líder de las FARC, Timoleón Jiménez, «Timochenko», anunciaron con bombos y platillos el 23 de septiembre pasado un plazo máximo de seis meses para alcanzar un pacto final en un histórico encuentro en La Habana, sede de las negociaciones que avanzan desde noviembre de 2012 para acabar con medio siglo de conflicto.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) manifestaron la semana pasada su «certeza» de que hacia fines de 2016 los colombianos puedan contar con un protocolo de paz que les «permita propalar a los cuatro vientos: terminó la guerra», dejando entrever que el plazo fijado por las partes podría extenderse.
Sin referirse al 23 de marzo, la guerrilla señaló que la suscripción de un pacto definitivo de paz «está determinada por los compromisos» que puedan alcanzar sobre el fin del conflicto y la refrendación de los acuerdos, últimos puntos en discusión, según la hoja de ruta de las conversaciones.
Las partes, que ya lograron consensos parciales en reforma agraria, lucha contra el narcotráfico, participación política de los guerrilleros, justicia y reparación a las víctimas, debaten actualmente los complejos aspectos del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, y la dejación de armas.
¿Qué falta? El fin del conflicto: dónde se van a ubicar los miembros de las FARC mientras se desarman, cómo van a entregar las armas, a quién, en qué fechas, cuál va a ser el tamaño de los sitios donde se van a ubicar, que duración van a tener, dónde y cuántos.
Todo eso se está negociando en este momento», explicó Santos este miércoles.
Además, dijo que resta definir los magistrados del tribunal de justicia transicional, otro asunto sensible.
«Los negociadores están trabajando a marchas forzadas por cumplir con esa meta (…) pero hay muchos temas por resolver», apuntó.
Rúbricas en junio, en
septiembre, a fin de año…
La incertidumbre sobre la firma de un eventual acuerdo en dos semanas, para terminar una conflagración que ha involucrado a guerrillas, paramilitares y fuerzas militares y deja ya oficialmente 7,5 millones de víctimas, crece al acercarse la fecha.
«El 23 de marzo habrá algo, ya veremos si es la firma total del acuerdo o si es la firma de una parte del acuerdo», dijo el lunes pasado la canciller colombiana, María Ángela Holguín, partícipe en las negociaciones en La Habana.
«Lo que queremos es que lleguemos al final del acuerdo seguros de los compromisos que se han adquirido y que sea una paz duradera y estable para el país», añadió.
Alina Dieste / AP