Parece un sencillo test, casi algo pensado para niños pequeños. Pero no todos son capaces de resolver con suficiente premura esta prueba en la que hay que encontrar una T en medio de un mar de L’s.
Según explica The Mirror, esta prueba nació en un experimento llevado a cabo por la universidad Johns Hopkins de Baltimore (Estados Unidos). A los participantes se les dijo que ignoraran un color, el rojo. Y aunque parezca mentira, esa orden en vez de ayudar lo que hizo fue ralentizar la búsqueda.
Para los sujetos, ya no solo se trataba de una tarea, encontrar la T,sino que además tenían que buscar las letras que no fueran de un color en concreto, el rojo. A otro grupo de participantes solo se les dijo que tenían que buscar una T, y no se les dijo nada del su color.
Sin embargo, cuando después se les presentaba más pruebas visuales similares, los que habían recibido la doble instrucción eran capaces de encontrar el objetivo deseado más rápido que los del otro grupo. Es decir, que primero fallaban, pero más tarde el aprendizaje afinaba sus sentidos y su vista.
Según los autores del trabajo, cuánto más se practique algo aprendido, más rápido se ejecutará la acción, aunque sea más compleja y se den más vueltas para llegar a un mismo objetivo.