Se ha desatado una andanada de críticas en contra de la política que, con su equipo, ha instrumentado el Presidente Nicolás Maduro para enfrentar la compleja situación coyuntural que atraviesa el país
He tenido la osadía de tomar prestado esta expresión del reconocido poema de la excelsa poetisa mexicana, Sor Juana Inés de la Cruz ((1651-1695), para titular el presente artículo por considerar que se adecúa perfectamente a la idea que pretendo desarrollar en las siguientes líneas.
Pues, efectivamente, de parte de tirios y troyanos se ha desatado una andanada de críticas en contra de la política que, con su equipo, ha instrumentado el Presidente Nicolás Maduro para enfrentar la compleja situación coyuntural que atraviesa el país. Críticas que provienen tanto de la derecha (con explicable propósito) y de sectores de la izquierda (con no muy claras intenciones).
La derecha y sus tácticas
Está más que claro que la derecha persigue -no de ahora, sino desde que el proyecto bolivariano se instauró en la dirección del Estado- asaltar el poder empleando para ello todos los medios posibles; sin escatimar ha intentado apelar a las más diversas tácticas, incluso a la de la incitación a la insurrección, a la guerra civil y hasta la invasión extranjera, con tal de coronar su objetivo estratégico de retomar las riendas del país para colocarlo de nuevo al servicio de los intereses imperialistas.
Propósito derechista que, evidentemente, se ha acentuado a partir de la ausencia física del líder histórico, cuando asumió la dirección del proyecto bolivariano el presidente obrero, a quien no le han dado cuartel desde el mismo 8 de diciembre de 2012, cuando el propio comandante Chávez le asignó la tarea de darle continuidad al proceso de transformación revolucionaria del país iniciado en diciembre de 1998.
Guerra económica
La derecha interpretó que con la asunción de Nicolás Maduro, a quien considera inexperto e impreparado para tal tarea, tal cual como subestimaron a Chávez, le llegaba el esperado momento de dar el zarpazo para alzarse con el poder, de allí que su brazo económico, con la banca privada, las empresas transnacionales y el grupo Polar a la cabeza, se propusiera arreciar la consabida distorsión económica para crear el caldo de cultivo apropiado que facilitara la toma del poder; distorsión que se expresa en las patéticas manifestaciones de la guerra económica que, por supuesto, sus agentes económicos, políticos e intelectuales se empeñan en negar, pero que cada día se evidencia en su grotesca e inmisericorde maquinación y contumacia.
Hoja de ruta
Junto con su guerra económica y financiera, el irracional fracking estimulador de la baja abrupta de los precios del barril petrolero, la violencia mediática tergiversadora de la realidad, la salaz presión internacional y el sicalíptico decreto de Obama con su propósito intimidante; ahora la derecha y el imperialismo terminaron de armar la tramoya con la llamada hoja de ruta, ya definida como la tripleta subversiva (renuncia, enmienda y revocatorio, aderezada con la invocación del 350 Constitucional) con lo que pretenden crear las condiciones desestabilizadoras que les permita llegar al poder político del país, eso sí, revestidos de cierto prurito legal (como dijo el Chúo Torrealba, “sin capuchas, pacífica, sin botellas partidas”, pretendiendo hacer olvidadiza abstracción del reciente pasado infame y comprometedor de las guarimbas desquiciantes y asesinas, movidas paramilitares, guayas criminales, quemas de preescolares y edificios públicos, etc).
Estirpe chavista
Pero resulta que, como casi todos los cálculos fallidos que el imperialismo y la derecha han realizado sobre el pueblo venezolano en estos últimos 17 años-a pesar de la muerte prematura del comandante Chávez- también se han equivocado con el presidente Maduro, quien ha resultado de auténtica estirpe chavista y bolivariana, capaz como el que más para asumir la compleja tarea que la historia y la revolución bolivariana le ha asignado.
En este sentido, a pesar de las condiciones adversas: en lo económico, la baja abrupta e inducida del ingreso petrolero, en un país que como el nuestro no ha superado aún el síndrome del rentismo y la inmisericorde guerra económica que la burguesía apátrida y el imperialismo le han impuesto al país; en lo cultural, la reproducción de los antivalores capitalistas; en lo técnico, el poco o relativo desarrollo de las fuerzas productivas; en lo político, la presencia de una paraoposición, que por los intereses de clases que representa, más la mueve la añoranza revanchista del poder que la práctica de una política democrática y constructiva; en lo internacional, la acción de una derecha sin visión de futuro progresista y de un imperialismo voraz y depredador que a toda costa pretende mantener su presencia avasallante y hegemonicista.
Con todo y ese hándicap, Maduro ha sabido manejarse y gobernar con sabiduría, preservando por encima de todo el legado de Chávez, profundizando las Misiones, concibiendo un plan económico con medidas macroeconómicas (cambiarias, monetarias, fiscalistas) certeras y activando los 14 motores destinados a estimular la producción nacional y la autogestión social, defendiendo la soberanía y estimulando la integración nuestroamericana, conteniendo el desborde subversivo de la derecha y garantizando la paz del pueblo venezolano. Con errores y fallas, que nunca faltan, pero con espíritu crítico y autocrítico; apuntalando las bases del socialismo bolivariano.
Acción de gobierno que se explica que la derecha apátrida adverse y que el imperialismo obstaculice.
Pero que resulta menos comprensible que sectores definidos como de izquierda enfrenten con tanto furor que terminan colocándose al servicio del enemigo histórico del pueblo venezolano y, por extensión de los pueblos nuestromericanos; por eso, tiene sentido parafrasear a Sor Juana de la Cruz y decir con ella: izquierdistas necios que acusáis.
EPÍGRAFE
“La derecha y el imperialismo terminaron de armar la tramoya con la llamada hoja de ruta, ya definida como la tripleta subversiva (renuncia, enmienda y revocatorio)…”