Cada momento político tiene un objetivo preciso que está enlazado con el objetivo fundamental de una etapa.
En los días que vivimos ese objetivo es defender y desarrollar lo conquistado hasta el momento, lo que forma parte de la lucha general por la democracia y la libertad.
Lo conquistado es haber adquirido una fuerza labrada a lo largo de estos 14 años de lucha, con errores y éxitos, por supuesto. Esa fuerza se expresa en casi la mitad del país, que rechaza a la autocracia militarista que desgobierna al país. Somos 6 millones y medio de venezolanos y venezolanas, que por encima de los mayores abusos de poder que se conocen en la historia política contemporánea, dejaron a un lado el miedo y dijeron no pasará el totalitarismo que quiere implantar la autocracia.
No se adueñará de todo el país, y esto es más válido si tomamos en consideración que actualmente más de la mitad de la población está bajo gobiernos no chavistas, son los estados de mayor población e importancia económica y política.
En la mediatizada Asamblea Nacional, 67 parlamentarios dan la pelea diariamente en defensa de la Constitución y el Estado de Derecho. Una Constitución que no solo es violada, sino que ha sido colocada a un lado por parte del actual régimen, en especial los artículos 2, 4 y 6 que declaran que Venezuela es y será para siempre democrática, descentralizada, solidaria, alternativa, plural, entre otras conquistas democráticas.
Vivimos de hecho un Estado de facto, sin ley, sin Constitución, sometidos a la voluntad de un autócrata y de una camarilla militar-civil que insiste en perpetuarse en el poder.
Tenemos una fuerza real, somos una fuerza nacional. La autocracia no le puede imponer impunemente a la otra mitad del país un régimen que tiene tal rechazo, no puede construir un Estado paralelo, llamado comunal, al margen de la Constitución.
Lo que está en juego en estas elecciones del 16-D es defender lo conquistado y desarrollarlo aún más. Es conquistar libertad, democracia, descentralización, mejor calidad de vida para todos los venezolanos y venezolanas, elecciones libres, que debe ser una lucha permanente vinculada al acto de votación.
Y en ese combate por una Venezuela democrática debemos utilizar al máximo las capacidades de cada región y convencer a grandes masas que el centralismo ha fracasado, la experiencia venezolana y la internacional así lo demuestra, como es el caso de la desaparecida Unión Soviética. También en la China una de las primeras reformas iniciadas en 1979 fue cambiar una economía centralizada a una descentralizada, y al frente de ellas estuvo Deng Xiaoping, el líder reformista que había sido una de las principales víctimas de la “Revolución Cultural” y colocó a China en sintonía con el mercado mundial basado en una economía de mercado capitalista decía: «No importa si el gato es blanco o es negro con tal que cace ratones». En el “mar de la felicidad”, es patente la historia de sufrimientos del pueblo cubano: la escasez, el racionamiento, lo que conduce a potenciar la corrupción.
Votar el 16 de diciembre es un acto de ciudadanía, de impedir que la autocracia militarista con tendencias totalitarias se apodere de todo el país. Detener la involución histórica que ella representa es un esfuerzo que merece la pena hacerlo por nuestra Patria.
Pompeyo Márquez