Pasó la Semana Santa y ayer domingo recordamos la resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero debemos entender que este hecho ocurrió hace más de dos mil años y desde entonces el Hijo de Dios está vivo y reinando a la diestra del Padre Santo en el cielo.
La Biblia dice: “Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados, pero Cristo, habiendo ofrecido una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra del Padre, esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado a sus pies, porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo, porque después de haber dicho: este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días-dice el Señor-pondré mis leyes en sus corazones y en sus mentes las escribiré, y añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones, pues donde hay remisión de ellos, no hay más ofrenda por el pecado” Hebreos, capítulo 10, versículos 11 al 18.
“Por qué buscáis entre los muertos al que vive”, versículo 5 capítulo 24 del evangelio de Juan
Jesucristo no es crucificado, muere y resucita todos los años, ya que sus últimas palabras fueron “consumado es”, es decir ya no hay más sacrificios que el ser humano pueda hacer para ser perdonado y recibir la salvación, Él hizo el último sacrificio y vertió su sangre, la sangre del Cordero de Dios, lo único que nos limpia de pecado.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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