Las mafias violentas llamadas «bachaqueros» actúan ante la mirada impasible de la Guardia Nacional, en las mismas narices de los efectivos de la Policía Nacional «Bolivariana» y en complicidad directa con muchos gerentes de establecimientos de Mercal, Pdval y Abastos Bicentenarios
Los que tenemos que hacer cola para comprar la comida que le llevamos a nuestros hijos sabemos, nos consta, que hablar del «Gobierno Bachaquero» no es «hablar de política», sino simplemente señalar una realidad.
En efecto, todo el que tiene la necesidad de someterse al peligro y a la humillación de hacer filas interminables para comprar un kilogramo de harina de maíz, un litro de aceite, un pote de margarina o alguno rollos de papel higiénico sabe por experiencia propia que las mafias violentas llamadas «bachaqueros» actúan ante la mirada impasible de la Guardia Nacional, en las mismas narices de los efectivos de la Policía Nacional «Bolivariana» y en complicidad directa con muchos gerentes de establecimientos de Mercal, Pdval y Abastos Bicentenarios, hasta el punto de que algunos han terminado presos por aquello de que «la soga revienta por lo más delgado».
Una situación como esa solo puede ocurrir, y el venezolano de a pie lo sabe y lo sufre, si el gobierno lo tolera, lo permite, lo alcahuetea.
Frente a esta agresión continuada el mismo pueblo, y en particular las ingeniosas y valientes mujeres venezolanas, han desarrollado formas de organización y mecanismos de lucha para defenderse: en algunas comunidades han empezado a organizarse grupos de vecinos que de tanto intentar comprar comida en determinados comercios ya se conocen, y han llegado a integrar redes que se comunican haciendo grupos de Whatsapp, mensajes de texto, correo electrónico u otros mecanismos.
Al principio, a través de esas redes los vecinos se informaban unos a otros el momento en que llegaban a los comercios de la zona algunos productos, sobre todo aquellos que más escasean. Luego esas mismas redes sirvieron para establecer intercambios: como bajo el madurismo la gente no compra lo que necesita sino lo que encuentra, después de horas y horas de cola las redes de vecinos se llenan de mensajes como estos: «Tengo pañales, ¿Quién tiene aceite?»… «Conseguí papel higiénico, cambio cuatro rollos por un kilo de Harina Pan»… «Tengo azúcar pero necesito leche para mis chamos, ¿alguien de aquí consiguió?»
Por supuesto, todos los que se ven obligados a participar en estas accidentadas dinámicas de intercambio recuerdan con rabia cuando hace pocos años nos hablaban desde el poder de que «había que superar el capitalismo y volver al trueque». En el trueque estamos, y ciertamente no es un avance…
Pero después estas redes han servido también para alertar a los ciudadanos sobre la actividad de los bachaqueros, para poner en evidencia la actitud permisiva hacia estos de los cuerpos de «seguridad» y también para denunciar la conducta fraudulenta de gerentes de establecimientos que obligan al ciudadano a hacer largas horas de colas inmensas para comprar una limitada cantidad de productos, mientras que por trastienda salen camionetotas, muchas veces incluso de organismos del Estado, llenas de bultos de la misma mercancía que al ciudadano común se le niega o se le da en muy pequeñas cantidades.
Pues bien: ha llegado el momento de extender, generalizar y activar esas redes para ir más allá de la lucha por la sobrevivencia. Ya todos (opositores y chavistas, en el barrio y en la urbanización, en Caracas y en el interior del país) sabemos que esta situación terrible no cambiará mientras estos sujetos no salgan del poder. El gobierno no puede resolver la crisis sencillamente porque ha hecho de la crisis un negocio. Ellos han transformado el hambre del pueblo en un negocio más de la corrupción roja-rojita. Por eso, la actividad frenética de los ciudadanos buscando alimentos y medicinas, la lucha por sobrevivir, debe ser en sí misma también una lucha para salir de los responsables de esta situación humillante y terrible. Luchar por sobrevivir y luchar por el cambio político debe ser una sola, una misma lucha.
Por eso, así como hace años creamos los «Comandos Familiares» para enfrentar electoralmente al gobierno, actividad que se vio coronada por el triunfo del pasado 6D, hoy tenemos que ampliar y fortalecer las espontáneas redes ciudadanas y transformarlas en Comandos Ciudadanos Contra el Gobierno Bachaquero. Comandos en los cuales los ciudadanos no solo se sigan apoyando los unos a los otros para conseguir alimentos o medicinas, sino que sirvan también para denunciar la corrupción de los funcionarios asociados a las mafias del bachaqueo y para convocar, organizar y difundir acciones de protesta pequeñas, medianas y de gran escala contra el gobierno que ha colocado a nuestra Venezuela en esta lamentable situación.
Estos Comandos deben funcionar en los alrededores de cada abasto, cada supermercado, cada farmacia, cada Mercal, Pdval y cada Abasto Bicentenario. En los hospitales y clínicas también pueden funcionar Comandos similares. En cada sitio donde el pueblo sea agredido por la corrupción gubernamental y sus mafias oportunistas deben existir equipos ciudadanos para la defensa del pueblo, para extender el apoyo mutuo para conseguir los alimentos y las medicinas mediante la solidaridad activa y para enfrentar y derrotar al Gobierno Bachaquero.
Estas también serán las redes que se activarán para respaldar la Enmienda, para activar el Revocatorio y para exigir la renuncia de Maduro. El gobierno creyó que podía dominar al pueblo de Venezuela por hambre, y que poniéndonos a hacer cola no tendríamos tiempo ni espacio para luchar por nuestros derechos. Se equivocaron. Las colas son ya hoy el principal centro de protesta contra la agresión económica del gobierno. Esta protesta es cada vez menos callada. Es preciso ya darle cauce democrático, transformar ese malestar social en fuerza de cambio, a través de iniciativas como esta, surgida de la propia experiencia del pueblo.
Ya lo sabemos: el Gobierno Bachaquero no cumple ninguna ley, y para eso se sirve de un TSJ cómplice y arrodillado. Por eso, para que se produzca aquí exitosamente el Revocatorio, la Enmienda o la Renuncia del Gobierno Bachaquero, tiene que haber un pueblo movilizado y organizado que lo demande, una calle activa que lo exija. Esa calle no es solo la de las manifestaciones o los mítines. Así como en el 2015 se demostró, con una cosecha de casi 8 millones de votos, que el «casa por casa» era la versión de «la calle» que nos hacía falta desarrollar para entrar en contacto con el pueblo por convencer, en el 2016 «la calle» que debemos activar es la que se expresa en la cola, en mercados, farmacias y hospitales.
¡Con la Constitución y con el pueblo, vamos con todo para seguir ganando! ¡Pa’lante!
“La actividad frenética de los ciudadanos buscando alimentos y medicinas, la lucha por sobrevivir, debe ser en sí misma también una lucha para salir de los responsables de esta situación humillante y terrible…”