Fue excelente director y productor como ningún otro en los últimos tiempos, pero falleció hace 23 años y nadie lo sustituyó ni siguió su camino
Nació en Rosario, Argentina, el 13 de abril de 1946 y murió en Caracas, a consecuencia del Sida, el 28 de marzo de 1993. Fue director y productor de teatro venezolano. Es posible que la mala memoria, verdadera epidemia nacional, no lo identifique ahora por su nombre de batalla, Carlos Giménez, pero algunos recordarán que fue él, junto a María Teresa Castillo, quien puso en marcha -precisamente durante el negro septiembre de 1973 -una empresa fantástica de promoción cultural como fue el Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC).
Giménez también fue el fundador del grupo Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro, el Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, instituciones que fueron vanguardistas y originales, fábricas de controversiales contenidos estéticos.
A 23 años de su mutis reproducimos fragmentos de una serie de entrevistas compiladas en mis libros Carlos Giménez/Tiempo y Espacio (1993) y Carlos Giménez/Antes y Después (2003), realizadas a lo largo de dos décadas de su intenso periplo artístico y existencial, y las cuales ahora republico porque son de gran actualidad, por su vigencia e importancia de las mismas.
Muchas vivencias
–¿Qué atenta contra el teatro?
–Atenta la falta de creatividad y la ausencia de rigor profesional. Creo que hay teatro comercial y teatro de arte. Se diferencian en que el primero es fundamentalmente un medio de vida y el otro es un modo de vida; uno tiene como objetivo el éxito económico, el otro busca el triunfo artístico. A ambos los une el deseo común de atraer a mayor cantidad posible de público. El comercial se sostiene por una minoría de la clase media, que no es superior a las 50 mil personas. Es un teatro de consumo con el objeto de hacer pasar el rato, como dice García Lorca: para hacer esa cosa horrible que es matar el tiempo. El comercial es fuente de trabajo, pero es necesario contribuir a su desarrollo cualitativo, mejorando su calidad artística y temática. El público del comercial solo parece estar interesado en los aspectos anecdóticos y superficiales de la realidad que lo rodea. Lo importante entonces es que, sobre la base de estos elementos, se intente elevar la calidad profesional del espectáculo comercial. Ojalá que tengan éxito y llenen sus salas, porque los espectadores son los más afectados cuando van a un montaje y ven poco público, ya que ellos necesitan de la masa para perder la identidad y gozar.
–¿Qué saldrá de los festivales internacionales para nuestro teatro?
–Una revolución química entre los creadores y el público. No habrá frutos inmediatos, pero, como decía García Lorca, el teatro es un barómetro. Yo creo que hace falta una violencia creadora. El teatro no debe ser pensado en función comercial porque es lo deficitario.
–¿Qué será del teatro sin Carlos Giménez?
–En ningún movimiento cultural nadie es imprescindible. Seguiría trabajando, tal vez en algunos aspectos un pelo más aburrido. Siempre en un polo cultural hay espacio para la polémica, la discusión. Pienso que nosotros conformamos un polo polémico por la permanente capacidad, un poco beligerante, que tenemos de promover eventos.
–¿De la crisis del teatro que puede decirnos?
–Se habla de crisis en el teatro, pero el teatro ha sido siempre una crisis permanente, es una expresión verdaderamente creativa que no está sujeta a ninguna ley, es imprevisible. En Venezuela hay crisis de creatividad… hay un marcado descenso cualitativo, como una especie de modorra. Hay como una falta de audacia en los planteamientos teatrales.
–¿Le interesa el éxito comercial?
–Me interesa que mis espectáculos sean vistos siempre por mayor cantidad de público, pero pienso que no hay que hacer un teatro para el público, hay que formar un público para el teatro. El teatro es una reserva moral, por eso tiene que cumplir una misión.
–¿Qué relación tiene para usted el teatro y el subdesarrollo?
–Federico García Lorca decía que el teatro es el barómetro que marca la grandeza o el descenso de un país. Todas las manifestaciones culturales son la expresión de esas contradicciones, la lucha entre una situación económica y social y políticas subdesarrolladas y una evolución creadora que a veces logra salirse de los parámetros del subdesarrollo, pero que finalmente está encerrada en el mismo. En última instancia, nosotros somos parte del subdesarrollo.
Ojo crítico
–¿Qué criticaría a los críticos?
–La crítica es la cátedra en donde debe discutirse el camino del teatro en su más alto nivel. Es la crónica que hará la historia de nuestro trabajo, por eso exijo rigor. Ellos determinan el nivel para la discusión y el estudio. En Venezuela hemos llegado a una situación delicada: la crítica no está definida como un cuerpo social que integra un movimiento creador.
“El teatro comercial es fundamentalmente un medio de vida, mientras que el teatro de arte es un modo de vida; uno tiene como objetivo el éxito económico, el otro busca el triunfo artístico…”
Carlos Giménez
E.A. Moreno-Uribe