Si el oficialismo en pleno aplaude la propuesta de enmienda para recortar el período de la AN, están validando el poder de ese instrumento para hacer exactamente lo mismo con cualquier otro poder, léase el Ejecutivo
La obtención de la mayoría parlamentaria por parte de la Mesa de la Unidad Democrática en las pasadas elecciones del 6 de diciembre, ha reavivado la fe de la gente en la potencia de su voto para cambiar las cosas.
Y es que con esta victoria venía endosada también la expectativa de obtener, por medios constitucionales, el tan necesario y urgente cambio de gobierno.
Sea por enmienda o por referéndum, hay maneras de relevar de responsabilidades a un poder Ejecutivo que no sabe manejar al país y que no ha cumplido hasta ahora con sus más elementales deberes para con los venezolanos.
No sorprende, pues, que los cerebros del oficialismo estén buscando cualquier manera de revertir la situación y volver la situación en contra de la voluntad de las mayorías.
Es así como en estos días vimos al abogado constitucionalista Hermann Escarrá proponer una enmienda constitucional para acortar el período de la recién electa Asamblea Nacional, como uno de los tantos tableros en los cuales debe estar jugando el gobierno para intentar prolongar artificialmente su vida.
El doctor Escarrá aseguró que el primer mandatario nacional puede también enmendar la Constitución Nacional sin necesidad de pasar por el parlamento y que, adicionalmente, la enmienda ya está redactada y tienen un solo artículo, en el cual se reduciría el período del Poder Ejecutivo a 60 días.
El jurista también retó a debatir al presidente del cuerpo colegiado, Henry Ramos Allup, al respecto.
Sin embargo, de parte de las fuerzas democráticas, ha salido otra propuesta por demás interesante: vamos todos a referéndum.
Sometamos a la consideración popular la propuesta de Escarrá -la cual merece abundantes consideraciones- pero también la enmienda para acortar el período presidencial.
Lo interesante de este particular reto que sale desde Miraflores, es que igualmente coloca la decisión en manos de la gente. Y por ello es consecuentemente interesante lo que proponen voceros de la MUD: si vamos a referendo, aprovechemos de decidir sobre todo.
Dijimos que la idea merece unas cuantas consideraciones. Quizá la más importante es recordar que los jueces de esta propuesta serían los mismos ciudadanos que castigaron con su voto a la actual administración y que otorgaron con comodidad las dos terceras partes del parlamento a otro proyecto político.
¿De verdad cree el doctor Escarrá -o alguien en su sano juicio- que pueden ganar limpiamente un referendo que contradiga la voluntad expresada hace poco más de cuatro meses?
Esta primera consideración nos lleva directamente hacia la segunda: se trata de una propuesta eminentemente política, que está intentando colocar en el tapete una piedra de tranca al accionar de la Mesa de la Unidad para intentar distraer el foco de atención a los esfuerzos que se están adelantando para lograr el referéndum revocatorio al Presidente de la República.
¿La enmienda Escarrá tiene en mente el bienestar del país? ¿O se trata de una propuesta desesperada para intentar retener el poder por parte de funcionarios que saben que no cuentan con la bendición popular?
Pero vayamos aún más allá: aquí hubo un autogol. Porque si el oficialismo en pleno aplaude la propuesta de enmienda para recortar el período de la AN, están validando el poder de ese instrumento para hacer exactamente lo mismo con cualquier otro poder, léase el Ejecutivo. Cuchillo para su propia garganta.
Incluso, el rebote del autogol ha llevado a poner sobre la mesa la posibilidad de acortar también el mandato del Tribunal Supremo de Justicia, cotidianamente enfrascado en una lucha de poderes con el Capitolio, y sin tener en cuenta las penurias de los venezolanos para dirigir adecuadamente su accionar.
Pongamos pues, a todos los ciudadanos en ocasión de decidir. Coloquemos el menú de opciones al alcance de los votantes. Del lado de los nuevos diputados no hay nada que temer, ya que el veredicto de la gente es el que los acaba de poner en esos cargos de representación. Y sin duda, cualquiera que tenga un mínimo de amor por esta tierra, pondría su cargo a la orden para destrabar el juego.
¿Hay temor en las filas del poder Ejecutivo? Creemos que sí. No hay otra explicación a actuaciones tan desacertadas y desatinadas. No se pueden sacar de debajo de la manga despropósitos de semejante calibre si no están dictados por una falta de foco que solamente se explica por una profunda turbación.
El reto está lanzado. Las fuerzas democráticas ya acordaron activar todos los mecanismos constitucionales para sustituir a un gobierno que está muy lejos de entender su rol. Esperemos que recojan el guante que ellos mismos lanzaron. Mataron el tigre de invocar la consulta popular. Sería inadecuado tenerle miedo al cuero a estas alturas del partido, por más autogol que haya.
David Uzcátegui