Triste y bochornoso ver como una cúpula podrida de legisladores brasileños, cegados por sus propios intereses sirven de títeres a los más oscuros planes de un imperialismo asesino que ha plagado gran parte del mundo de terror de muerte
Los tentáculos del imperialismo norteamericano son inescrutables. El caso reciente en Brasil es una muestra tangible de los alcances, el peligro y la desfachatez del más decadente accionar político internacional del gobierno de Estados Unidos contra las democracias y contra los pueblos emergentes del mundo, en este caso de nuestro hemisferio.
Son precisamente los representantes de la derecha más inhumana y corrupta de Brasil, los lacayos del imperio, los que
no tienen el más mínimo sentir sensible hacia nuestros países que luchan por la autodeterminación y soberanía, quienes se arrastran para tratar de desarraigar la voluntad del pueblo noble carioca que legítimamente decidió trazar su destino con una Presidenta que se identifica con los sentimientos del pueblo brasileño.
Triste y bochornoso ver como una cúpula podrida de legisladores brasileños, cegados por sus propios intereses sirven de títeres a los más oscuros planes de un imperialismo asesino que ha plagado gran parte del mundo de terror de muerte, de luto entre hermanos de un mismo pueblo. Para muestra un botón, reciente: Libia.
Nosotros debemos estar atentos, muy atentos porque el propósito sigue siendo nuestro país y por eso el constante ataque. La acechanza imperial apunta hacia un desastre económico mundial, donde esperan que muchos países del orbe colapsen producto de la baja de los precios del petróleo que han llegado a precipitarse por debajo de la banda de los 25 dólares, en el caso del venezolano y de otras importantes cestas de hidrocarburo del mercado internacional.
Planes maléficos del imperialismo norteamericano, acompañados de aliados indolentes y súbditos a sus intereses, han diseñado estrategias para sabotear la estabilidad económica de nuestro país, aumentando la producción a niveles inauditos haciendo que el barril negro se desmorone y con esto golpear los ingresos e inversiones sociales.
Frente a esta nueva acechanza imperial, frente a este nuevo ataque a las soberanías, encontramos muy lamentable los deseos abominables de una derecha lacaya que ruega y se alegra el desplome de los precios del petróleo. Son los mismos apátridas que odian a Chávez, al pueblo, a las voluntades de las grandes mayorías; son los mismos de las guarimbas, de la salida, del magnicidio, de la permanente conspiración, de la guerra económica; son los mismos opositores irracionales e iracundos que festejan la escasez, la inflación, el contrabando, el bachaqueo interno, el acaparamiento y la especulación; son los mismos pelucones que promovieron el saboteo petrolero, que pararon el beisbol, que decretaron que no había hallacas para los venezolanos; son los mismos que promueven el odio y las divisiones.
Estos amargados se alegran de lo que está pasando en el hermano Brasil. Perciben eso como algo que podría ayudarlos a eliminar en Venezuela las esperanzas de los pobres, de las grandes mayorías que apoyan este proceso revolucionario. Realmente, odian al pueblo y, muy adentro de sus miserias, albergan la esperanza de que si no hay recursos, si el Estado se queda sin ingresos de la renta petrolera, ellos pudiesen volver al poder político para subyugar al pueblo, desplazarlo a las carencias y represiones de la cuarta república.
Ahora, más que nunca, debemos hacernos de nuestra mejor arma: una alta conciencia política y revolucionaria para estar expedito y disponible para las tareas que necesite la patria para consolidar los sueños libertarios y el compromiso con nuestro comandante Hugo Chávez y con su hijo Nicolás Maduro.
Ese golpe legislativo en Brasil no se concretará y no pasará en Venezuela, donde muchos que apoyaron a estos diputados presididos por Ramos Allup, se dieron cuenta de su grave error, porque estos apátridas no están en sintonía con las grandes aspiraciones del pueblo venezolano.
Geovanni Peña
aporrea.org