La muerte es un tema que la mayoría de las personas evitan, pero debemos de entender que todos los que estamos vivos algún día moriremos.
Nuestra fecha de nacimiento todos la sabemos, pero la fecha de nuestra partida de este mundo solo la conoce Dios.
La Biblia dice en el libro de Eclesiastés, capítulo 2, versículos 1-2 dice: “Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, tiempo de morir”.
Sin embargo, más importante que la muerte física es la muerte espiritual con la cual todos nacemos a causa del pecado de Adán, que rompió la relación del ser humano con el Padre Celestial.
“Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo, de todo árbol del huerto podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y el mal no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”, Génesis, capítulo 2, versículos 16 y 17.
Adán y Eva desobedecieron a Dios, pero no murieron físicamente sino espiritualmente, rompiendo la relación personal que tenían con Dios en Edén y cuyo pecado lo traemos todos al nacer.
Pero el Padre nos dejó en las Santas Escrituras una esperanza: “pero así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia de vida eterna, mediante Jesucristo, Señor nuestro y Salvador”.
Decide hoy si cuándo mueras vas al cielo o al infierno, la salvación de tu alma está sólo en las manos del Señor Jesucristo, porque “Dios amó tanto al mundo, que envió a su Hijo Unigénito, para que todo el que en El crea, no se pierda sino que tenga vida eterna”, versículo 16, capítulo 3 del evangelio de Juan.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde.
Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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