La primera recolección de firmas no acaba con las colas, así como la elección del 6 de diciembre por un «cambio» tampoco las acabó
Nicmer Evans
aporrea.org
El Referendo Revocatorio es un derecho constitucional consagrado con el fin de evaluar la gestión de un gobierno, sea el que sea, por parte de los ciudadanos que han electo popularmente a ese o a esos funcionarios.
Esto implica que es un triunfo de la democracia, logrado en el país como consecuencia de un proceso constituyente, y eso simplemente no es una opción sino un deber cuando se activa como consecuencia de una exigencia ciudadana.
El Poder Electoral es un facilitador de los derechos ciudadanos a la participación y procesos de decisión popular, y de ningún modo puede ser una estructura burocrática que obstaculice tales fines.
Auditar cualquier proceso electoral es función y rol directo de la institución para tal fin, y la preservación del derecho al secreto del voto, como consecuencia de los precedentes de discriminación que han existido en el país en cuanto a las firmas para solicitar activar un derecho como lo es el Referendo Revocatorio, hace que este proceso pueda arroparse bajo el manto de la reserva y discreción del acto, siempre que el Poder que tiene la responsabilidad de auditar lo haga y ratifique la validez de la solicitud. Lo contrario puede ser como consecuencia del desconocimiento del árbitro por parte de uno de los actores.
Todo lo anterior, para mí, no tiene duda, pero lo que sí es absolutamente cuestionable es el engaño sobre el cual se montan las campañas, y las falsas expectativas que pretenden generarse en el marco de la convocatoria a un Referendo Revocatorio.
La MUD en lugar de informar de manera transparente, ha desinformado a la gente, que democráticamente ha optado por activar los mecanismos constitucionales en lugar de optar por la violencia, a pesar de existir todas las condiciones para que esto pase. Al ser convocada la recolección de las firmas para autorizar a una organización de ciudadanos a recoger las firmas para el revocatorio, esta se ha efectuado bajo la consigna de: «ven a firmar para que se acaben las colas» o «ven a firmar para sacar a Maduro», y las dos afirmaciones que se escucharon en los toldos donde la gente animosamente fue a firmar, son mentiras.
La primera recolección de firmas no acaba con las colas, así como la elección del 6 de diciembre por un «cambio» tampoco las acabó, a pesar de que la oposición ofreció que eso pasaría, porque el problema económico no se resuelve solo con una elección o con que alguien salga del poder. Es posible que lo anterior destranque o facilite el proceso de superación de la crisis, pero no es la solución definitiva y siendo responsables no debemos mentir a la gente ni generar falsas expectativas.
Lo otro es que las firmas que se recogieron no son para sacar a Maduro, y de hecho, ninguna firma puede sacar a Maduro, son los votos los que pueden hacerlo, y así lo establece la Constitución. Las firmas activan un derecho democrático, que no es partidista, es democrático y punto.
El secuestro que pretende realizar la MUD a los derechos democráticos, partidizándolos, igual que el Psuv, aleja, espanta, distorsiona la intención primigenia de esos derechos y hace que un sector importante de chavistas que no están con Maduro, se puedan distanciar de ejercer un derecho profundamente democrático.
Es el Referendo Revocatorio la vía para decidir el más próximo destino del país, pero no así, tal como están pretendiendo las cúpulas políticas de la polarización. El ejercicio de los derechos no puede ni debe impedirse, pero tampoco puede pintarse de colores para el beneficio de un solo sector, en lugar de hacerlo para todo un país. Eso es más de lo mismo.
Libertad de conciencia para quienes deseen participar en el ejercicio de su derecho, y transparencia en la información para definir claramente sus consecuencias, debe ser el rol de las organizaciones políticas, lo demás es engaño o autoritarismo.