Se quedan en el aire quienes desde el gobierno le ponen «peros» al referéndum señalándolo como parte de una conspiración golpista y pretenden constreñir la libertad de conciencia de los funcionarios públicos
Con la activación del referéndum revocatorio se queda sin discurso la derecha sediciosa afanada en acceder al poder a través de la violencia. Se descolocan las posibles intentonas golpistas aupadas por Washington y sus operadores políticos locales. Se queda sin sustento la iniciativa antipatriótica de la MUD secundada por Luis Almagro, acólito del imperio, para aplicar a Venezuela la Carta Democrática Interamericana, preámbulo de cualquier intervención extranjera. Se quedan en el aire quienes desde el gobierno le ponen «peros» al referéndum señalándolo como parte de una conspiración golpista y pretenden constreñir la libertad de conciencia de los funcionarios públicos. Mientras tanto, la MUD hostiga al CNE, queriendo saltarse sin éxito los pasos legales para legitimar las firmas de respaldo, como hizo en 2004 a través del parapeto montado por Súmate con financiamiento de la USAID.
Ante una crisis de gobernabilidad como la que hoy padecemos, caracterizada por un choque de trenes entre poderes, en el contexto de una situación económica y social explosiva, no es ocioso recordar que la constitución cuartorepublicana (61), al excluir la intervención del poder constituyente originario, solo dejaba como salida el pacto cupular entre élites o la ruptura del hilo constitucional. Por el contrario, la constitución bolivariana (99) se funda en el protagonismo del pueblo ejercido a través de la democracia directa y refrendaría. Fue Hugo Chávez, líder del proceso constituyente quien le dio vida en la CRB y también el primero en someter su gobierno a la evaluación del soberano, a sabiendas de que en el revocatorio se estaba jugando la continuidad del proceso.
El presidente Maduro dijo que «el referéndum revocatorio es una opción, no una obligación». Según la Constitución es una iniciativa popular y un derecho de obligatoria ejecución por el CNE al cumplirse las condiciones legales y en las actuales circunstancias no hay otra vía para dirimir pacíficamente las diferencias.
En esta encrucijada histórica, en la que se pondrá sobre el tapete el destino de la patria, el chavismo crítico debe optar por construir una referencia político-programática que convoque a la unidad de los revolucionarios bolivarianos para relanzar la revolución.
Gustavo Márquez Marín