Mientras el pueblo muere de hambre, la flamante Canciller de la República tiene el tupé de asegurar ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) que Venezuela es el país de los anaqueles llenos
“A veces llego llorando a la casa y los niños me preguntan: ¿Mamá por qué lloras? Hijo, tengo dolor de cabeza. Pero la verdad es que no tengo comida para servirles la cena. A veces, incluso les doy arepa con mayonesa porque no hay nada para el relleno”.
Es el desgarrador testimonio de Mirian Montilla, madre de 8 niños, actualmente desempleada. Vive en el Barrio Carpintero de Petare, en el municipio Sucre, y como millones de venezolanos no consigue los alimentos básicos para garantizarle una dieta balanceada a sus hijos.
Mirian entra en ese 90 % que según la encuestadora Datos en febrero de 2016 aseguraba comprar menos alimentos. También forma parte de ese 31 % que dijo a Venebarómetro que ya no puede comer tres veces al día.
¡Mirian y sus niños son sobrevivientes de una de las peores crisis alimentarias de nuestra historia!
Y mientras el pueblo muere de hambre, la flamante Canciller de la República tiene el tupé de asegurar ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) que Venezuela es el país de los anaqueles llenos. Que incluso «podría alimentar a 3 naciones enteras». ¿A quién trata de engañar?, ¿es que el hambre y el desespero de los venezolanos es ficción?
¿Hasta cuándo el afán del Ejecutivo Nacional de adjudicarle la culpa de sus ineficiencias a agentes externos, como la CIA, Estados Unidos, los medios de comunicación y hasta al propio Secretario General de la OEA?. Señores, asuman su responsabilidad; nadie intenta manipular el tema del desabastecimiento en supermercados para generar una guerra económica o preocupar al pueblo. La escasez en Venezuela es una realidad que está afectando la salud física y mental de nuestra gente, y que hay que atacar de una vez por todas, con mano dura.
La realidad está a la vista de todos. De ricos y no tan ricos. De pobres y no tan pobres. Y es que el hambre no está mirando colores políticos. Nos afecta a todos por igual. Solo basta abrir nuestras neveras para darnos cuenta del retroceso, de la desidia, y del odio de este desgobierno.
Por un lado, los alimentos no se consiguen, y por otro el dinero no alcanza para adquirirlos. Solo el costo de la cesta básica supera mil veces el sueldo de la mayoría de los habitantes en nuestro país.
Venezuela merece más. Los venezolanos queremos más. Queremos tener oportunidades, que nuestros salarios nos permitan vivir y cubrir todas las necesidades de nuestras familias, que nuestros hijos mañana puedan ir a la escuela sin que sintamos la preocupación de qué tan larga será la cola que tendremos que hacer para conseguir alimentos para sus desayunos.
¡Los venezolanos queremos un país de anaqueles llenos!
Jorge Barroso
@JorgeBarrososd