Patriota ecuatoriana y compañera sentimental de Simón Bolívar, Manuela Sáenz es reconocida por la historiografía independentista hispanoamericana contemporánea como heroína de la independencia de América del Sur
“He allí los padres de la patria, faltaba Manuela, no sólo de manera simbólica en el Panteón Nacional de Caracas. No sólo aquí hacía falta Manuela, hacía falta también en nuestros corazones, en las calles de los pueblos, en los campos, en las montañas”.
Con estas palabras, el 05 de julio de 1810, el mandatario Hugo Chávez, recibió en el Panteón Nacional los restos simbólicos de Manuel Sáenz. En esta fecha, los presidentes de Ecuador, Rafael Correa y de Venezuela, Hugo Chávez, encabezaron el acto de colocación de los restos simbólicos de Manuela Sáenz en el Panteón Nacional, al lado del que fuese su amante y aliado, Simón Bolívar.
En la ceremonia, el cofre con tierra de la localidad peruana de Paita, donde murió en 1856 la llamada “Libertadora del Libertador” y que simboliza sus restos, fue colocado al lado derecho del sarcófago del Bolívar. Chávez, tras referirse a Manuelita como la Madre de la Patria, manifestó que los honores rendidos a la generala Sáenz fueron un acto de justicia feminista, sobre el papel histórico que ha desempeñado la mujer en las luchas revolucionarias.
… Manuelita
“La Libertadora” fue el epíteto que recibió esta audaz mujer después de que le salvara la vida a Simón Bolívar la noche del 25 de septiembre de 1828. La fecha exacta de su nacimiento es incierta, sin embargo se toma como referencia el 27 de diciembre de 1797. Si bien es reconocida como oriunda de Quito, Ecuador, su lugar de origen tampoco se sabe con certeza.
Su padre fue Simón Sáenz y Vergara, un español miembro del Concejo de la ciudad de Quito, casado con Juana María del Campo. Joaquina Aispuru era su madre, quiteña, que legó a Manuela el odio de su familia por haberla deshonrado con un amor ilícito. En 1822, a los 24 años, Manuela ya era la esposa de un acaudalado comerciante inglés, James Thorne, natural de Aylesbury.
Manuela regresó a Quito y el 16 de junio de 1822, en el baile de gala por la incorporación oficial del país a la República de la Gran Colombia, conoció a Simón Bolívar. En 1823 Bolívar fue a Lima para poner fin a la Guerra Civil que se había desatado y allí se instaló Manuela, aun cuando en esa ciudad estaba su residencia con Thorne (él estaba en Chile), menospreciando las consecuencias sociales que esta circunstancia pudiera traerle. Sin embargo, esto resultó ser un punto a favor para sus intereses personales y para los intereses políticos de la independencia.
Manuela sabía moverse tanto entre la buena sociedad de Lima, como entre los comerciantes (ingleses y limeños) y los patriotas y estar al tanto de lo que pasaba y podía pasar en la ciudad. En octubre de ese año fue incorporada en forma oficial al Estado Mayor de Bolívar, a petición del coronel Daniel O’Leary.
Fue encargada de los archivos personales del Libertador y se le otorgó el grado de Coronela, por lo que vistió casaca azul, vueltas y cuello rojos. En la batalla de Ayacucho (1824), Manuela siguió a Bolívar a discreción por los Andes. El 1ero. de diciembre de 1827 salió para Bogotá, ante la solicitud de Bolívar de reanimar una vida que está expirando. En esta ciudad debió enfrentar un grupo grande de detractores, entre los que se encontraban Francisco de Paula Santander y José María Córdova, enemigos declarados de la Sáenz.
Durante los primeros meses de vida en Bogotá, Manuela vivió en la Quinta de Bolívar. El 24 de julio de 1828, no obstante encontrarse Bolívar en el Palacio de San Carlos, Manuela celebró el cumpleaños de éste en la Quinta. En el transcurso de la fiesta, ella realizó un fusilamiento simbólico de Santander, “ejecutado por traición”, según rezaba el letrero colgado del muñeco.
Con este acto, la política de reestructuración de la República que adelantaba Bolívar, estuvo a punto de derrumbarse. En la primera semana de agosto de ese mismo año y a pesar de la orden de Bolívar de que permaneciera alejada del público, Manuela Sáenz puso 32 pesos de plata en manos de don Pedro Lasso de la Vega por la casa marcada con el número 6-18 de la calle 10, para así estar más cerca al Palacio de San Carlos, es decir, de Bolívar.
Esta cercanía y la conjugación de sus talentos físicos con sus habilidades políticas, le permitieron a Manuela saber de la conspiración para matar al general. El primer intento fue en el mes de agosto, en la fiesta de máscaras en el teatro El Coliseo (Colón), del que se salvó gracias a la acción involuntaria de Manuela. El segundo intento fue el 25 de septiembre, en el Palacio de San Carlos. Esta vez fue la acción premeditada de Manuela la que hizo que saliera ileso, por lo que fue llamada “La Libertadora del Libertador”.
Tras la muerte de Bolívar, Manuela perdió su objetivo en la vida y el desprecio por ella se desbordó. Huyó a Paita, un puerto en el desierto peruano, donde la pobreza la acompañó hasta que falleció de una extraña epidemia, el 23 de noviembre de 1856.
Carta de Bolívar para Manuelita
“Mi encantadora Manuela: Tu carta del 12 de setiembre me ha encantado: todo es amor en ti .Yo también me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a dos niños. Yo, viejo, sufro el mal que ya debía haber olvidado. Tú sola me tienes en este estado”.
Fragmento de una de las cartas enviadas por Simón Bolívar a Manuela Sáenz, fechada en Ibarra, el 06 de octubre de 1826