Las víctimas fatales de Maturino nunca fueron de características específicas, correspondiendo su forma de actuar al patrón del criminal desorganizado que agrede basado en la oportunidad del momento. Atacó tanto a jóvenes parejas universitarias como a adultos de más de 80 años
Ángel Maturino Resendiz es el nombre usado para referirse a Angel Leoncio Reyes Recendis, asesino serial mexicano que cometió una serie de terribles crímenes en suelo norteamericano desde 1997 hasta 1999. Fue bautizado por los medios y las instituciones policíacas como “El asesino de las vías”, puesto que la mayoría de los asesinatos ocurrieron en localidades contiguas a las vías del tren.
Se sabe que el hombre transitaba con frecuencia de México a Estados Unidos y hasta Canadá, por lo que la verdadera cantidad de crímenes que haya cometido permanece desconocida. Lo que sí está establecido es que aprovechaba la oscuridad y soledad de los vecindarios que estaban cerca de las vías del tren para entrar en la casa de cualquier persona a robar objetos de valor y dinero. Cuando el dueño llegaba, era brutalmente atacado hasta la muerte.
Sus víctimas nunca tuvieron características específicas y algunas de ellas fueron violadas antes de ser asesinadas.
Consumidor de alcohol y drogas como era, robaba para continuar con sus vicios y varias veces tomó los vehículos de las personas que asesinaba para transportarse.
Los registros criminales de Resendiz en los Estados Unidos son tan extensos que más bien parecen una novela de terror. Desde los 16 ya era deportado desde Bronxville, Texas, luego se sabe que, falsificando su identidad, hasta participó dos veces en elecciones locales. En 1979 fue sentenciado a 20 años de prisión en Florida por robo y asalto, pero después de seis años fue liberado y deportado a México.
Regresó y en 1986 purgó pena de 18 meses por pretender poseer la ciudadanía estadounidense. En Nueva Orleans, en 1988, también fue encarcelado por posesión de arma de fuego, pero fue liberado al año. En San Luis fue condenado a purgar 30 meses de cárcel por intentar defraudar al sistema de seguridad social y así varias veces más fue fichado por los entes policiales por delitos de variada gravedad.
Lo increíble del asunto es que, cuando ya era uno de los hombres más buscados por el FBI, la falta de coordinación entre las autoridades judiciales impidió detener al asesino a pesar de que migración lo había retenido. Finalmente, fue la hermana de Resendiz quien negoció un trato con la policía con el objetivo de mantenerlo a salvo.
El trato consistía en proteger la vida de Resendiz y de aplicarle una prueba psicológica. En ningún momento se negoció la no pena capital, ni el posible resultado de un juicio. Lo curioso del asunto es que todos sabían que Texas es uno de los lugares donde más ejecuciones son efectuadas por crímenes como estos. Prácticamente estaba asegurada la pena capital.
Las víctimas reconocidas
El 29 agosto 1997, Christopher Maier, de 21 años, fue atacado cuando caminaba con su novia junto a las vías del tren, ella también fue agredida y violada, pero sobrevivió para identificar a Resendiz como el asesino. En octubre de 1998, Leafie Mason, de 87 años, es golpeada con objeto contundente en la cabeza, el asesino había entrado por la ventana de su departamento.
En diciembre de ese mismo año, Claudia Benton, de 39 años, al llegar a su casa es violada, apuñalada y golpeada hasta la muerte. Su hogar estaba cerca de líneas ferroviarias, al igual que la iglesia para la que servían Norman y Karen Sirnic de 46 y 47 años, respectivamente, quienes también fueron golpeados hasta morir.
El 4 de junio de 1999, Noemi Domínguez, de 26 años, maestra de escuela, es golpeada con un tubo hasta la muerte en su departamento junto a las vías. Y ese mismo día, Josephine Convicka de 73 años, muere por heridas en la cabeza con una herramienta de jardín mientras dormía en su casa que estaba junto a un lote de trenes.
Días después, George Morber, de 80 años, muere por un disparo en la cabeza y momentos después la hija de este, Carolyn Frederick, de 52, es salvajemente golpeada en el rostro. Hay un par de crímenes que le son atribuidos en Ocala, Florida, los de Jesse Howell, de 19 años, y Wendy VonHuben, de 16 años, ambos asesinados a golpes y enterrados a ras de suelo.
El 12 de abril del 2006, la policía de San Antonio dio por resuelto el caso de Michael White, hombre que murió de un tiro en un lote vacío de San Antonio. Resendiz dio datos precisos sobre este crimen, que lo convirtieron en sospechoso del mismo. Este asesinato tuvo lugar en 1991. En total se estima que cometió, al menos, 13 homicidios.
El 13 de julio de 1999, Resendiz se entregó a la policía. Se determinó que estaba en plena capacidad de sus funciones mentales, con lo que se rechazaron los alegatos de sus abogados, que afirmaban que el condenado estaba loco y convencido de que resucitaría tres días después de la ejecución. Finalmente, fue ejecutado, a los 46 años de edad, con inyección letal en la cámara de la muerte del estado de Texas el 27 de junio del 2006.
Solicitud de perdón
“Dejé que el diablo manejara mi vida”, dijo Maturino Resendiz en las que fueron sus últimas palabras antes de morir. Al cabo de una respiración profunda, el mexicano señaló con tranquilidad: “perdónamek mi Dios. Diosito santo, aquí vengo, mi diosito”. Aprovechó sus momentos finales para dirigirse a sus víctimas y a sus deudos: “Solo quiero saber que existe en su corazón perdón para mí”.