En este mes de la afrovenezolanidad es necesario hacer una reflexión profunda con indicadores concretos que está levantando el Movimiento Afrorevolucionario Juan Ramón Lugo, para pasar de una democracia participativa deficiente a una democracia revolucionaria eficiente
La producción de conocimiento entorno al “nosotros” como sujetos de hecho y de derecho ha sido un reto histórico desde que nuestros ancestros y ancestras fueron desgarrados del vientre sangriento de África subsahariana, primero por los árabes, y posteriormente por los europeos, en complicidad con algunos que otros reyezuelos africanos que se prestaron para la vergonzosa trata negrera, la conversión religiosa católica, apostólica y romana, la dolorosa tragedia de transformarnos en “negros” y alienarlos en la cultura de “otros” para dejar de ser nosotros.
La reconstrucción afroepistemológica de nuestra alma, llámese moyo (lengua kongo), la ética o el valor conocido como akin (en lengua yoruba) y kungulo (inteligencia en lengua bambara-mandinga), ha sido y es una tarea titánica, de mucho esfuerzo, que va desde una revisión sistemática de lo que se ha escrito sobre nosotros por “negrólogos” eurocéntricos y sus reproductores de piel negra máscaras blancas (como dijera Franz Fanon).
Ese gran esfuerzo por interpretarnos desde adentro pasa por la asunción de las corrientes filosóficas africanas tanto de tradición oral como las reflexiones de teóricos desde Amadou Hampate Ba, hasta las producciones contundentes de Amílcar Cabral.
Hacer ese recorrido de producción afroepistémico para deslastrarnos de la miserable producción eurocéntrico que jurídicamente con el código negrero de Colbert intentaron transformanos en negros, como un objeto, una cosa, un mueble, es y sigue siendo una lucha hacia lo interno de la alienación, que aún llevamos dentro, causada por siglos de esclavitud no solo corporal sino mental que se sigue reproduciendo en el siglo XXI.
La lucha afrodescendiente
Desde hace muchos años, la lucha de los afrovenezolanos, como se autodenominó el barloventeño Juan Pablo Sojo en su primer ensayo Apuntes afrovenezolanos (1943), se enmarca en un continuun de producción cultural para autodeterminarnos como sujetos protagónicos de nuestra propia historia. Posteriormente, el término “Los Africanos y sus descendientes en Venezuela”, como lo aplicara el antropólogo Miguel Acosta Saignes, o en el campo de la producción cultural como lo dejara plasmada por el etnomusicólogo Felipe Ramon y Rivera en su libro La Música Afrovenezolana, también van en ese sentido.
La tercera conferencia mundial contra el racismo en Sudáfrica (2001), donde miles de descendientes de africanos, producto de la vergonzosa trata negrera, nos autodeterminamos como afrodescendientes, lo cual fue un punto de llegada y de partida para reafirmar nuestra construcción afroepistemológica, espiritual, que nos permitió avanzar con orgullo en las implementaciones de políticas públicas de todos los países de América Latina y que hoy la democratura neoliberal pretende hacer retroceder, como lo están haciendo en Argentina (el malcriado Macri dice que la Argentina fue formada solo por migrantes europeos), Brasil (el corrupto Temer expulsó a los afrobrasileños y afrobrasileñas de las políticas públicas) y aquí mismo en Venezuela Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, sacó el retrato de Bolívar de dicho recinto por zambo. Hoy estamos ante algunos peligros de extraviar el discurso construido desde las y los afrodescendientes que logramos realfabetizar al presidente Chávez y a algunos de sus ministros, en el proceso bolivariano sobre nuestra agenda afrodescendiente socialmente construida desde nosotros y no desde la academia, los partidos o del gobierno.
Lamentablemente, algunas personas de «piel negra máscaras blancas» pretenden convertir en moda estas conquistas, reduciéndolas a un romanticismo y un folkorismo que raya en la imbecilidad, el romanticismo hacia África (cual África?) y no reflejar la realidad de nuestras comunidades afrovenezolanas, que si bien es cierto se ha avanzado en la inclusión el campo de los derechos humanos, pero que aún hace falta mucho para erradica los desequilibrios de desarrollo regional, abandono de la producción agrícola ante el modelo rentista petrolero y los efectos negativos de la descomposición social que vive el país. En este mes de la afrovenezolanidad es necesario hacer una reflexión profunda con indicadores concretos que está levantando el Movimiento Afrorevolucionario Juan Ramón Lugo, para pasar de una democracia participativa deficiente a una democracia revolucionaria eficiente…. es el reto.
Chu che rías
-El próximo 2 de junio se cumplen 200 años que Simón Bolívar, al regreso a Venezuela desde Haití con la expedición de Los Cayos y con el compromiso moral con el presidente haitiano Petion, decretó la abolición de la esclavitud el 2 de junio del año 1816.
Es urgente que el presidente Nicolás Maduro lance el “decreto ejecutivo del decenio de los pueblos afrodescendientes”, acompañado con un plan nacional. La profesora Gregoria Urbano y el maestro Juan de Dios Díaz, desde la década de los ochenta del siglo pasado, han mantenido en la memoria la conmemoración del decreto libertario de Simón Bolívar con la famosa expedición de Los Cayos. Para ellos mi respeto y admiración por ese hermoso gesto.
-Revisar el currículun del sistema educativo bolivariano, los textos escolares con sesgos racistas e incluir con dignidad la afrovenezolanidad es tarea urgente, impostergable en la lucha para la prevención y erradicación del racismo.