En la Primera Epístola a los Corintios 3:16-17 de las Santas Escrituras, el Apóstol Pablo nos dice: “¡No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?. Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el Templo de Dios, el cual sois vosotros, Santo es”.
Cuando nosotros nos arrepentimos de nuestros pecados y nos convertimos, entregando nuestra vida al servicio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo para que nos limpie con su sangre bendita y nos perdone los pecados; nuestra vida, mente y cuerpo pasa a ser propiedad de Dios.
Ya no nos pertenecemos sino que pertenecernos Jesucristo, porque Él pagó la deuda por nuestros pecados con su sacrificio en la cruz y su resurrección y nos sacó de la cárcel donde nos tenía esclavizados Satanás.
Pablo nos dice en la Epístola a los Romanos 8: 9-11 “Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús, mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.
El cuerpo del creyente es la habitación personal del Espíritu Santo, que el sello de Dios sobre un ser que le pertenece, por ello no debemos manchar nuestro cuerpo con pensamientos impuros, acciones inmorales, tatuajes o deseos pecaminosos.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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