Este cultor mirandino se ha convertido en el alma de la Fundación Bigott, donde su experiencia con los instrumentos musicales criollos le han permitido educar por tradición
Su afición por la música tradicional venezolana y los instrumentos musicales, han hecho de Silverio Carmona, un cultor ejemplar en la ciudad de Guarenas, donde más de 50 años contemplando melodías, descubiertas desde muy temprana edad, mantienen hoy en día su espíritu y alma llenos de felicidad.
Carmona es oriundo de los Andes venezolanos, específicamente de Bocono en el estado Trujillo, donde las melodías mañaneras de los violines lo atraparon de por vida, aunque no contó con algún profesor o academia que le enseñara técnicas para el empleo de sus instrumentos favoritos como la mandolina, el cuatro, la guitarra, violín, mandola oriental y la bandola, actualmente cuenta con la destreza y experiencia para enseñar.
Nuevos horizontes
A los 16 años, Carmona emigra de su tierra natal, en búsqueda de nuevos horizontes y por supuesto oportunidades, donde la Banda Marcial Bolívar de Caracas, acoge las destrezas de este talentoso criollo, en la que actividades como tocar cuatro en el patio de su casa, atrajo la curiosidad de los niños, haciendo que estos se interesen por conocer la cultura musical venezolana.
Durante ésta época, recuerda que formó diversas estudiantinas, entre ellas la de la policía de Caracas, en las que los niños eran los más interesados, poco tiempo después comienza a trabajar en la Dirección de Cultura del municipio Sucre, en el que aprovecha para impartir talento en la casa de la cultura José Antonio Páez, en la Germán Lira y Bárbaro Díaz. Carmona destaca que la receptividad de amigos y familiares fueron el ingrediente principal para darle sazón a su trayectoria musical.
Desde Miguel Parra
Aprovechando su talento y la gran amistad que sostenía con Miguel Parra, decidieron fundar el Centro Cultural «Miguel Parra», en la ciudad de Guarenas, durante el año 1989, donde durante cinco años tuvo la oportunidad de formar muchos jóvenes dentro del mundo musical criollo.
Una experiencia muy importante para este representante del amor por nuestras raíces criollas, es su participación en la Fundación José Ángel Lamas, peldaño que le permitió trabajar en la Dirección de Educación del municipio Sucre, donde su labor en las casas de la cultura de los diferentes sectores forman parte de los mejores recuerdos de este cultor, en el que no dejó que formar la estudiantina Mariscal Sucre de Petare.
Experiencia en el 2001
Durante el 2001 este hombre emprendedor encantado por la melodía instrumental decide jubilarse, sin embargo su espíritu musical y trabajador no le permitió quedarse de brazos, pues gracias a su talento la Fundación Bigott contactó con él para tener el honor de contar con su presencia como profesor.
Desde entonces se ha convertido en una de las presencias fundamentales en el lugar, donde su espíritu feliz es imprescindible durante las horas de clase de guitarra, cuatro, mandolina, violín, mandola oriental y más.
Carmona destaca que valora mucho el trato que le dan en la Fundación Bigott, pues comenta que en el lugar se siente como si estuviera en un refugio espiritual, en el que la música y Dios son quien primeramente lo reciben. Aprovechó para hacer hincapié en que «No soy quien para ser quien», pero agradece las maravillosas atenciones que recibe, de quienes describe como su segunda familia.
Este cultor comentó que lo principal en su vida es Dios y por supuesto la música, afición que aprovecha para combinar pues disfruta cada domingo en la catedral de Guarenas para formar parte del coro, y de esta manera ofrecerle su talento a Jesús, su mejor amigo.
El disfrute
Destaca que otro aspecto de su cotidianidad que no cesa de disfrutar son las reuniones familiares en las que observa cómo su legado ha alcanzado a sus hijos, nietos y bisnietos, en el que el centro de atención es la música criolla, donde no puede faltar un instrumento y las maravillosas voces de sus nietas.
Carmona instó a los jóvenes a impulsarla música criolla, en el que los instrumentos tradicionales marcan pauta en la nueva generación, pues las semillas de hoy son las que darán sombra al mañana destacó. A sus 83 años Miranda lo cataloga como un patrimonio cultural, ejemplo a seguir.
Dignora Zea Fernández
Dignora.zea@gmail.com
Twitter; @Dinozea