La bomba le explotará en la cara a quienes hoy se creen invencibles y se burlan de todos los venezolanos, sin sentir temor de Dios y teniendo un irrespeto total por los hombres y mujeres de esta gran nación
Analizando el Estado de Excepción decretado por Nicolás Maduro, no encuentro razones para una medida de esta naturaleza, ya que los venezolanos vivimos entre las múltiples excepciones, tales como: derogar la Constitución y sustituirla por decretos presidenciales al mejor estilo de una vulgar dictadura; burlar el control político de la Asamblea Nacional; perseguir a líderes y simpatizantes de oposición y criminalizar el derecho a la protesta; la negativa descarada para realizar las elecciones estipuladas; el continuo boicot judicial; magistrados impuestos “dedocráticamente” que desconocen la Constitución y que tienen más prontuarios que currículos; el hambre que afecta a los venezolanos; la escasez de alimentos, medicinas, seguridad y servicios públicos; el ecocidio, genocidio y etnocidio que implica el arco minero del Orinoco para favorecer a las mafias que allí operan; el desconocimiento de la soberanía popular que eligió a los diputados de Amazonas o alcaldes como Ledezma, Ceballos y Scarano, o montarle gobiernos paralelos como lo han hecho en el estado Lara y Miranda; haber quebrado las empresas de Guayana con pérdidas superiores de 4.800 millones de dólares, solo en el año 2015, recursos superiores a los asignados a todas las gobernaciones de los 24 estados del país; darle pasaportes diplomáticos a narcotraficantes y delincuentes; navegar en las aguas turbulentas de la podredumbre y corrupción, entre la larga lista de todos los padecimientos que estamos pasando los venezolanos.
Por todo eso, le llamo Estado de Decepción que tenemos los venezolanos al salir a hacer mercado y conseguir largas colas de horas interminables para no conseguir alimentos, decepción de que en un país rico en petróleo, sus gobernantes se hayan robado todos los reales y ahora se vea niños, jóvenes, adultos y ancianos hurgando en la basura para ver si corren con suerte y consiguen algún sobrado para comer. Esos mismos “hijos de la patria” son los que el intergaláctico prometió acabar en su toma de mando, pero ahora es partícipe y coautor de los desastres y la gran crisis por la que estamos atravesando.
Es inevitable sentir rabia, impotencia y sobre todo un gran dolor al ver como la gente se está muriendo, no solo de hambre, sino por falta de medicinas, tal como ocurrió recientemente con el pequeño de 10 años de edad que no consiguió el tratamiento para el cáncer que lo consumió.
Es lamentable que a estas alturas quien se dice llamar “Presidente Obrero” tenga a más de 30 millones de personas sumidas en la peor crisis de todos los tiempos de la historia contemporánea de Venezuela. Todo por un capricho de gobernar a como dé lugar, asesorado por quienes lo tienen guindando de un hilo como una marioneta antes de sentir el dolor y clamor de un país entero que quiere y necesita con carácter de urgencia otro rumbo.
La bomba le explotará en la cara a quienes hoy se creen invencibles y se burlan de todos los venezolanos, sin sentir temor de Dios y teniendo un irrespeto total por los hombres y mujeres de esta gran nación.
Luego de analizar todas estas “excepciones” que estamos viviendo en Venezuela, he llegado a la conclusión de que aquí lo que hay es una gran decepción al estar padeciendo todas estas anomalías y es por ello que hoy la mayoría del pueblo venezolano no solo adversa a este gobierno, sino que quiere el cambio. Este clamor que se recoge en las calles es el indicador de que este régimen no se mantendrá por más tiempo, porque el pueblo que creyó y le dio su voto con la esperanza de que cumpliera lo prometido, es el mismo que hoy está en estado de decepción.
Omar Ávila
@omaravila2010