Todos los candidatos de derecha a las elecciones españolas se han explayado en ataques contra el gobierno venezolano
Está en marcha el escalamiento de la campaña internacional de la derecha mundial en contra de Venezuela. Han sincronizado sus alharacas mediáticas incrementando la presión. Por eso, han hecho coro, como un disco rayado, la agonizante administración Obama, los politiqueros del vetusto reino español y hasta figuramos en los Coffe Break del G7 (megapotencias capitalistas que pretenden dominar al mundo con su poderío económico y militar). Casi nada.
Ninguno de ellos ofrece una mano de apoyo al gobierno de Venezuela para combatir la guerra económica, incrementar la producción de alimentos o medicinas, combatir el contrabando de extracción o el bachaqueo de las mafias parasitarias. No, todos están montados sobre el plan maestro para derrocar y salir violentamente del gobierno, el cual fue elegido por la vía democrática en el marco de la Constitución Bolivariana.
En el caso de España, la cosa es más que patética. Uno de los países más pauperizados de la Comunidad Europea quiere darnos lecciones a nosotros de democracia y libertad. No recuerdan que Bolívar los echó a pescozones de este territorio hace casi 200 años.
Lo más rancio de la derecha española ya se ha afincado contra el país. Sospecha todo el mundo que el debate es más por razones electoreras que por las supuestas preocupaciones humanitarias.
Todos los candidatos de derecha a las elecciones españolas (con permiso constitucional del Rey, claro está) se han explayado en ataques contra el gobierno venezolano, defendiendo a los terroristas criollos, pensando y contando que a sus réditos políticos sumarán una gran cantidad de votos de los más de 200.000 españoles residentes en el país.
Destaca en este show el tenebroso Presidente en «funciones» Rajoy (algo así como presidente temporario).
Este personaje perdió todo chance de reelección y apoyo popular al pretender imponer un plan de austeridad y neoliberalismo salvaje a costillas del pueblo español. La catástrofe es bien grande e incluye: congelación de los sueldos de los trabajadores y jubilados, aumento del desempleo, recortes en los sectores educativos y de salud («copago sanitario»), continuación inclemente de los desahucios, incremento de los impuestos, encubrimiento de casos de corrupción de los dirigentes de su Partido Popular (Caso Bárcenas) y un creciente descontento en las comunidades autónomas como Cataluña y el País Vasco. Basta leer lo dicho por el Nobel de Economía Joseph Stigliz: «Con la política de austeridad (implementado por Rajoy) se han roto familias enteras, lo que han hecho a los españoles es un desastre».
No contento con sus problemas internos, el pasado 27 de mayo (otra vez en campaña electoral), el presidente temporario Rajoy convocó al Consejo de Seguridad Nacional español, y declaró a Venezuela «como una amenaza para la seguridad nacional». Nos parece que los términos utilizados por Rajoy son una copia pirata y mal traducida (espanglish) del Decreto Obama. La flojera los mata y ni siquiera son creativos a la hora de montar esperpentos (como el término «opacidad») para atacar a nuestro país.
El otro «showsero» que vino a sus cinco minutos de gloria fue Albert Rivera, propietario del partido Ciudadanos, movimiento de extrema derecha y de vocación neoliberal, para más señas. Vino haciendo campaña para las elecciones españolas dándose colita con Venezuela. Aprovechó el Paquete Turístico Político de la extrema derecha venezolana, visitando las puertas de los terroristas presos (López, Ledezma y Ceballos). Casi como hacer peregrinaje a la tumba de Pinochet o de Franco. Solo les faltaron los estandartes y brazaletes con las esvásticas neofascistas. Nada de visitar a los familiares de las víctimas de las guarimbas. A las viudas y los huérfanos los ignoran, porque para ellos son solo el «daño colateral» que sus acciones fascistas generan en su turbada obsesión por asaltar el poder.
Otro elemento que destaca es el aniquilamiento de los códigos de ética y los manuales de estilo de los más poderosos medios de la derecha española. El País y ABC dedican una alta cuota de agresiones diarias contra Venezuela, publicando falsas informaciones, fotos trucadas y temerarios artículos sin ningún tipo de veracidad o constatación de las fuentes. Su virulenta campaña recuerda tenebrosamente el financiamiento que la CIA otorgó al periódico El Mercurio de Chile para montar la campaña de descredito («preparación del escenario») contra el gobierno de la Unidad Popular (UP) del presidente Allende.
Los candidatos españoles han hecho su agosto embaucando con su perorata a los ilusos golpistas de la rabiosa fauna opositora. Hay más de un líder de la derecha que añora con ansias volver a convertirse en súbdito de la corona, para así arrodillarse con graciosa y ensayada genuflexión ante su amado rey. Estos blancos de orilla (nunca llegarán a Mantuanos) se están peleando a cuchillo para reclamar para sí el título de Marqués de Miraflores. Por este nobiliario título hay pugna a muerte y descarnada entre la derecha fascista.
Que los payasos del circo se vayan a las calles españolas y escuchen las quejas de su propio pueblo: las Marchas de la Dignidad, el Plan B, los indignados (15-M). Todos están bien arrechos con el paquete chileno que les metió Rajoy en el 2011: «Lo que España necesita». Puras promesas incumplidas. Otra estafa neoliberal.
¡Respeten, no se metan más con Venezuela!
Richard Canán
aporrea.org