Parece que la dirigencia chavista antes de ingresar en el campo de la política, no estudiaron y menos aprendieron su ABC, parece que sus estrategias y tácticas las heredaron del campo militar y por ello, todo aquel que no comparte su forma de pensar es un enemigo
Quiero a través de este medio expresar mi más decidido apoyo al dirigente político Julio Borges, victima por enésima vez de la violencia, ya no política, quizás criminal sea el término mas adecuado.
También quiero expresar mi solidaridad a sus familiares, especialmente a su esposa y a sus cuatrillizos, quienes han venido sufriendo a su lado los embates de la intolerancia gubernamental.
Con Julio me une una buena amistad, por cierto, no exenta de controversia en algunos momentos, como suele suceder entre personas con pensamiento crítico, pero respetuosa de ambas partes.
Hace mucho tiempo aprendí que en el campo político quien es hoy tu adversario, mañana puede ser tu mejor aliado y los dirigentes de otros partidos pueden ser tus adversarios circunstanciales pero no tus enemigos existenciales ¡pronta recuperación, Julio!
Parece que la dirigencia chavista antes de ingresar en el campo de la política, no estudiaron y menos aprendieron su ABC, parece que sus estrategias y tácticas las heredaron del campo militar y por ello, todo aquel que no comparte su forma de pensar es un enemigo a quien se debe destruir sin miramiento alguno. Y cuando digo aniquilar no estoy utilizando un eufemismo, las pruebas ya están a la vista.
Las manifestaciones opositoras son disueltas en primer término por una guardia pretoriana al servicio del poder más despreciable y cuando esta primera avanzada es insuficiente, aparecen las fuerzas de choque representadas por los llamados “colectivos”, organizaciones creadas a imagen y semejanza de los camisas negras de Mussolini, los batallones de la dignidad de Noriega o los tontón macoute de Duvalier.
Los jerarcas chavistas podrían ganarse la vida como actores dramáticos, ya que, con su cara muy fresca le dicen a la población que aman la libertad, debe ser aquella contenida en los tres metros cuadrados de la celda que reservan para sus adversarios; promueven la paz, claro la tranquilidad y quietud que se vive y respira en los camposantos.
Son el colmo de la hipocresía, hablan de diálogo mientras sus adláteres agreden con cachiporras y tubos a los opositores, es decir, actúan al mejor estilo delincuencial, cuando estos atracan a los transeúntes, y luego a punta de pistola los obligan a correr por delante y comienzan a gritar: ¡ladrón, ladrón!, señalando al inocente que va corriendo para salvar su vida.
En fin, estoy seguro que el que a hierro mata… por eso le digo a mis compatriotas cada vez que un régimen se radicaliza es el comienzo del fin para él y esta no va a ser la excepción, porque la historia no se repite pero si rima.
“Las manifestaciones opositoras son disueltas en primer término por una guardia pretoriana al servicio del poder más despreciable y cuando esta primera avanzada es insuficiente, aparecen las fuerzas de choque representadas por los llamados ‘colectivos…”
Noel Álvarez
@alvareznv