La derecha no gustaba mucho del término «pueblo»; le sonaba a «feo, desdentado y sin maquillaje», era una suerte de clasificación de sociedades en civil, política, militar
Hasta hace muy poco la derecha en Venezuela gustaba llamarse «Sociedad Civil». Hubo grandes estudios sobre esa categoría.
La derecha no gustaba mucho del término «pueblo». Le sonaba a «feo, desdentado y sin maquillaje». Era una suerte de clasificación de sociedades en civil, política, militar. Y pueblo quedaba para los discursos políticos, o en todo caso para locutores de radio y TV.
Hubo quienes fueron relegando la noción a «pueblos indignos». Algunos para aproximarse a la gente, pero no para meterse entre la gente, empezaron a usar «el pueblo».
Era más chic decir sociedad civil. «La sociedad civil organizada». Y allí se metían clubes, sindicatos, cooperativas, asociaciones, universidades colegios. Lo demás, la mayoría, eran «pueblo».
“Vamos al encuentro del pueblo”, se ufanaban los adecos y copeyanos en sus campañas.
Pero cuando dieron el golpe de Estado de 2002, en las tarimas del este gritaban: «Nosotros, la sociedad civil». Y venimos los del pueblo y le dimos «palo para que aprendan».
La palabra pueblo se redimensionó, se agigantó, se hizo más que una militancia. Si pueblo era pobre, entonces es como dijo Gino González: «nosotros somos los pobres, todos los pobres con Chávez».
Y de pronto, la derecha, desde al que le decían Majunche se hizo candidato, cambió de táctica. Desterró la frase hueca «sociedad civil», y comenzó a decir «pueblo». Y hablar de Bolívar, a usar la bandera oficial, a ponderar la constitución.
La derecha ahora se ufana por meterse en los barrios (no barriadas) a conquistar a los descontentos, o al menos a neutralizarlos. Se desconectaron del pasado de la IV, e intentan jugar con el sentimiento chavista. Arremeten contra los sectores populares mediante estrategias de mercadeo discriminatorio de sus trasnacionales y alientan las prácticas infames de la especulación, la reventa para fomentar descontento.
Azuzan bandas delincuenciales para provocar una «poblada». Es la idea de alcanzar una explosión social que justifique sus planes de un golpe de Estado.
Aquí no habrá un 27 de febrero. Toda rebelión popular sigue teniendo el mismo objetivo: la igualdad, la anulación de los enemigos del pueblo, de aquellos que antes gustaban llamarse «sociedad civil».
Reinaldo Bolívar
aporrea.org