Enfurecidas por la decapitación de un segundo rehén canadiense por parte de extremistas de Abu Sayyaf, tropas filipinas intensificaron el martes su ofensiva contra el grupo en el sur del país.
A pesar de ello, no parece haber fin para la pequeña pero brutal insurgencia que el nuevo presidente deberá enfrentar cuando asuma el cargo dentro de dos semanas.
Enfrente de la bandera negra que simboliza al grupo que se hace llamar Estado Islámico, guerrilleros Abu Sayyaf decapitaron el lunes al canadiense Robert Hall en la isla de Jolo, en el sur, al no recibir el pago que exigían.
Tanto el primer ministro canadiense Justin Trudeau como el filipino Benigno Aquino III expresaron su condena al hecho y prometieron llevar los responsables a justicia.