Luis Vicente González es el mejor dramaturgo de la temporada del 2015 en Caracas
La estrujante historia de Perla, un preadolescente travestido de un pueblo venezolano, quien es asesinado en su escuela, fue convertida en obra como “Callejera”, excelente pieza y además actuada magistralmente por su autor Luis Vicente González, con méritos que le permitieron ganar el Premio Municipal de Teatro César Rengifo 2016.
El argumento de “Callejera”, auténtico y desopilante texto, está basado en un hecho real, ocurrido en Estados Unidos de América, cuando un joven es asesinado delante de todos por un compañero de clases en plena fiesta de San Valentín. El joven muerto solía travestirse ocasionalmente para ir al liceo y lo hacía con vestidos que una profesora le regalaba. Este chico se enamora de su asesino, a quien le pide que sea su acompañante en el baile de los enamorados que se celebrará en el claustro, petición que le hace públicamente días antes de la fiesta.
El autor-actor se apropió de tal suceso para su “Callejera” y en el proceso de creación fue incorporándole anécdotas y personajes que pertenecen al mundo de su niñez, en el pueblo donde nació y creció, friccionándolos para construir la vida familiar y callejera de Perla, al igual que su interioridad. “En el proceso de escritura fui incorporando sucesos y personajes que pertenenecen al mundo de mi niñez, en el pueblo donde nací y crecí, ficcionándolos para construir la vida familiar y callejera de Perla al igual que su interioridad”.
La Perla teatral es un delgado jugador que corretea, salta, se tira al piso, durante 70 minutos, dentro del desnudo espacio escénico y con mínimos elementos de utilería va mostrado todas sus etapas. Todo es tan rápido y tan violento que no hay tiempo para seleccionar y regodearse con las estéticas imágenes que compone, sino para verlo en su performance destinada a gritarle al mundo que la homofobia en el hogar y en el liceo lo llevaron al final: un disparo por la espalda, cuando aún no había cumplido 15 años.
Manifestación viva
–¿Por qué un montaje eminentemente físico?
–En primer lugar debo decir que el montaje no es eminentemente físico. Es teatro y se hace desde la presencia física de los actores en escena. De lo contrario no sería teatro. Ciertamente, la propuesta escénica permitió la incorporación, en algunos momentos, de materiales corporales, como un lenguaje más desde donde se cuenta la historia. Creo con mucha firmeza que en nuestro país no se entiende y se desconoce las implicaciones técnicas y estéticas de eso que se ha dado en llamar «teatro físico». Por ello, cualquier montaje donde el actor use su cuerpo fuera de las convenciones del teatro «de texto», entonces pasa a ser mal llamado “teatro físico”.
Pero resulta que el teatro ni es de texto ni es físico, el teatro es una manifestación artística viva, el texto como todos los elementos que participen de la puesta en escena, son recursos para la elaboración de los lenguajes escénicos.
De manera que se puede pasar con total fluidez del habla a la gestualidad como quien usa variados colores para construir una pintura. Por otro lado, el texto de “Callejera” está constituido por 29 cuadros escritos. De manera que al leerlo fácilmente se le pudiera inscribir dentro del llamado teatro de texto, pero como se ha mostrado, en la creación escenica hemos usado una variedad de lenguajes para la elaboración del discurso.
–¿Qué busca?
–Buscamos hacer un teatro propio, es decir una forma de hacer teatro surgida de las posibilidades y necesidades expresivas reales de los creadores. Entonces, como yo llevo algún tiempo ya en una investigación personal sobre las calidades físicas y el contacto para la construcción de la acción escénica, he derivado en un acabado actoral como el que has visto en “Callejera”. En este punto debo resaltar el mérito de Carlos Díaz, quien como director ha tenido la inteligencia de trabajar desde mí y conmigo, más que con prefabricadas ideas de director. Esto ha dado como resultado una propuesta en la que yo como actor no tengo que lidiar con la búsqueda para alcanzar las ideas del director, porque el director a construido sus ideas en «diálogo» activo y vivo con el actor. De allí que estar en escena me sea tan placentero en éste montaje.
La otra pobreza
A Luis Vicente González no le preocupa la homofobia en particular. “Me preocupa la intolerancia en general, la no aceptación de lo diferente en cualquier ámbito, en la política, en las artes, en fin, en la vida. ‘Callejera’ intenta invitar a la reflexión sobre esto. El rechazo al homosexual es en este caso un pretexto para hablar de los pobres que somos culturalmente y que es nuestra pobreza la que nos hace ser intolerantes hasta extremos nefastos que nuestro país conoce bastante. A través del teatro no pretendo detener la homofobia. Lo que sí busco con él es brindar espacios y tiempos para sensibilizar, elevar el espíritu y jorungar los corazones del espectador para que sea una mejor persona y, de pronto, sea menos homófobo”.