En el Estado Bolivariano de Miranda se ha venido operando una ausencia paulatina de gobernador; irregularidad que se ha agravado en los últimos meses, de tal manera que ahora de lo que se trata ya no es solo de la ausencia de gobernador sino de la inexistencia de gobierno en esta entidad
Para quienes vivimos en Miranda, la pregunta con la que titulamos este artículo tiene absoluta pertinencia, no está traída de los cabellos, aún cuando tenemos presente que desde el punto de vista de la formalidad, la interrogante tendría una respuesta afirmativa, porque hay quien ostenta el cargo de gobernador, Henrique Capriles Radonski, quien, ciertamente, fue reelegido para tal fin en el año 2013.
Pero desde el punto de vista de la realidad objetiva, la situación que se registra es otra, pues se da la particularidad de que en el Estado Bolivariano de Miranda se ha venido operando una ausencia paulatina de gobernador; irregularidad que se ha agravado en los últimos meses, de tal manera que ahora de lo que se trata ya no es solo de la ausencia de gobernador sino de la inexistencia de gobierno en esta entidad.
D’Elías remediaba
Hasta el 6D, día de las elecciones parlamentarias, la gestión real de gobierno en Miranda la ejercía, como era público y notorio, la Secretaria General de Gobierno, Adriana D’Elías y, hasta ese momento, se podría hablar, entonces, de un gobernador ausente, situación de por sí irregular, pero, que, de alguna manera, remediaba la doctora D’Elías; por supuesto, cuando ella salió electa diputada a la Asamblea Nacional, el problema se complica, irremediablemente, porque ahora quien ocupa esa función no cuenta con la prestancia que amerita.
En otras palabras, ya no está planteada la situación previa al 6D, cuando la reiterada ausencia del gobernador era cubierta por la Secretaria General. Evidentemente, este no es el caso actual, Capriles, por el acrecentamiento de sus ambiciones presidencialistas, está más ausente que nunca de las funciones constitucionales que le competen; la gobernación de Miranda, cual barco extraviado, está al garete, con las consecuencias que ello conlleva a la comunidad mirandina en su conjunto.
Historial de ausencia
Hay todo un historial en el que se recoge la actitud desmedida de este gobernador en el abandono de sus funciones, más pendiente de viajar al exterior, principalmente a la ciudad de Nueva York, que cumplir con las tareas que le asignan las leyes, en especial con una prioritaria como lo es la de garantizar el orden público y cooperar con la paz de la nación, tal cual, como se lo establece, específicamente, la Constitución del Estado Bolivariano de Miranda.
Es ampliamente conocido el desmantelamiento que ha sufrido la policía mirandina, de 2.500 funcionarios en nómina cuando la recibió, al comienzo de su gestión, la ha ido reduciendo a 1.500; tremenda incongruencia cuando es Miranda, precisamente, el estado con el mayor índice delictivo del país; no coopera con los planes de seguridad del gobierno nacional pero, sin embargo, no escatima oportunidad para abordar el tema con fines desestabilizadores.
Igualmente es palpable su tendencia a no cancelar las deudas que por compromisos contractuales adquiere con sus trabajadores, bien por imprevisión o bien por interés desestabilizador con el fin de endosarle esa falla a la administración central, cuando, la verdad verdadera, es que el Clebm siempre ha estado presto a aprobar los créditos adicionales solicitados dentro del ánimo de procurar que a los trabajadores se les cancelen sus deudas oportunamente, pero la ineficiencia administrativa regional es tal que los trabajadores se mantienen en permanente angustia e incertidumbre.
Ni de medio pelo
Pero un dato que denota con clara precisión la calidad de gestión de Capriles al frente de la gobernación es el de si se trata de encontrar alguna obra de envergadura en materia de infraestructura, servicios, vivienda, etc., o de naturaleza cultural o inmaterial con la que se podría justificar su pasantía de 8 años en la primera magistratura regional; pues no, ello sería totalmente infructuoso, simplemente porque no hay ni siquiera una obra de medio pelo con la cual los mirandinos pudiesen recordar tan mala gestión. Y todo ello a pesar de los ingentes recursos que ha tenido a su disposición.
Ante tan magros resultados, hay que concluir que en Miranda no hay gobierno, lo que ha habido es un dejarse llevar por la más insípida inercia.
Basta de impunidad
En lo que sí ha sido diligente Capriles es en la actividad desestabilizadora, en ello tiene todo un historial fomentando la violencia y el desconocimiento de la Constitución y de las instituciones, lo que implica, sin duda alguna, cuentas pendientes con los tribunales de justicia (basta con recordar los 11 muertos y más de 80 heridos inducidos por él en la madrugada del 15 de abril de 2013 cuando hizo su irracional llamado a drenar la “arrechera,” desconociendo su derrota en las elecciones en las que Nicolás Maduro fue elegido legítimamente como Presidente de la República).
Su ambición presidencialista e intención de derrocar la revolución bolivariana, lo distingue como uno de los abanderados de la derecha más rancia y apátrida en la presente coyuntura venezolana.
Tal pretensión lo ha llevado a amarrar acuerdos ostensibles con agentes de la derecha internacional y con el imperialismo estadounidense, que implican la injerencia extranjera en nuestro país, y, a instigar actos de violencia que en ningún caso se corresponden con la majestad del cargo que ocupa.
Por tal motivo, el Clebm, presidido por la legisladora Aurora Morales, haciendo uso de las atribuciones que le asigna el artículo 41 de la Ley de los Consejos Legislativos acordó sancionarlo políticamente por su actuación irresponsable y recurrió al Ministerio Público con un petitorio para que se investigue exhaustivamente el caso Capriles y en el supuesto de que fuese demostrada la comisión de hechos punibles se sirva ejercer las acciones pertinentes ante los órganos jurisdiccionales competentes para hacer efectiva la correspondiente responsabilidad civil, penal, laboral, administrativa y disciplinaria aplicables. Acción política por demás necesaria para garantizar la paz social y acabar con la impunidad. Ya es hora.
“En lo que sí ha sido diligente Capriles es en la actividad desestabilizadora, en ello tiene todo un historial fomentando la violencia y el desconocimiento de la Constitución y de las instituciones…”