Quienes ya se han entrenado en hacerlas una y otra vez para surtir sus hogares de algo que llevar a la mesa, no se van a asustar con tener que hacer otra cola más, si con este esfuerzo le meten el hombro a la posibilidad de que se produzca un proceso de cambio pacífico
La jornada de validación de firmas para activar el proceso del referendo revocatorio que ha vivido Venezuela en los últimos días, ha sido el termómetro de cuánto anhela la gente el cambio.
Es, por mucho, el tema de conversación en la calle, en los transportes públicos, en las casas, en los lugares de trabajo y por supuesto, en las ya cotidianas colas.
Y hablando de estas últimas, parece que ya está claro que no espantan a nadie. Quienes ya se han entrenado en hacerlas una y otra vez para surtir sus hogares de algo que llevar a la mesa, no se van a asustar con tener que hacer otra cola más, si con este esfuerzo le meten el hombro a la posibilidad de que se produzca un proceso de cambio pacífico y democrático ante la inaceptable realidad que hoy vivimos.
En este sentido, el proceso de validación de firmas ha servido para convocar una nueva manifestación masiva que ha tomado las calles, no solamente enfrentando las colas para validar con paciencia y perseverancia; sino también movilizándose desde los más apartados rincones del país, en una muestra de que el venezolano no se va a dejar desanimar por la escasez de puntos de validación.
Durante estos años hemos crecido en organización ciudadana. La solidaridad entre familiares y vecinos para facilitar el transporte hacia los escasos y lejanos puntos de validación; las diversas organizaciones han prestado logística y apoyo y la gente se ha apertrechado como mejor ha podido para enfrentar la espera en las filas, que no sorprende a nadie y que, por predecible, ha podido ser manejada de manera inteligente por quienes la padecen.
También ha crecido la conciencia política de la ciudadanía. Es aplastante la mayoría que mide la trascendencia de lo que está sucediendo, de lo que nos estamos jugando y de cuánto puede aportar su voluntad para un cambio tan urgente como necesario.
Todos los venezolanos nos hemos convertido en “animales políticos” a fuerza de estar hiperpolitizados al ver cómo se deteriora nuestra vida. Buscamos respuestas, buscamos soluciones y en el camino vamos aprendiendo.
Oportunidades como la validación de las firmas, nos permiten salir a la calle y demostrar cuán capaces somos de pasar por encima de obstáculos cuando el objetivo a lograr es, por mucho, mayor que el mencionado obstáculo.
Al cierre de esta nota, la participación de los venezolanos en el proceso había cumplido cómodamente las expectativas de las fuerzas alternativas democráticas; con lo cual se reafirma que la cita en las urnas electorales es la voluntad de las mayorías.
Aquí parece olvidarse que hace pocos meses hubo una cita comicial en la cual la propuesta de cambio resultó ampliamente favorecida, y la promesa medular de dicha propuesta era buscar la manera pacífica y democrática de cambiar al actual gobierno en el marco de la Constitución Nacional, lo cual es la única salida para desmontar la crisis en paz. Y esa salida no es otra que el referendo revocatorio.
Quedarán para la historia grandes misterios, como por ejemplo la escasez de puntos de validación y por qué se habilitaron apenas trescientas máquinas.
Las enormes colas han constituido al final un bumerang para el discurso oficialista. En primer lugar, han dejado al descubierto cuánta gente apoya esta efectiva salida constitucional. Adicionalmente, demuestran que por parte del poder electoral es insuficiente la voluntad para atender el derecho ciudadano de manifestar su legítimo deseo de cambio. Un tiro por la culata de principio a fin.
Quienes han salido al encuentro pautado están gritando, con tal acción, que exigen respeto. Y respeto hay que darles. Se niegan a ser reducidos a una masa monocorde que siga las pautas del poder y reclaman la independencia de criterio, la capacidad de pensar y discernir, el derecho de disentir, que son inherentes a la condición humana.
También la dirigencia ha estado a la altura, y sería mezquino no reconocerlo. Ha habido respuestas, ha habido organización, alternativas, inventiva ante un proceso altamente complejo que ha supuesto la superación consecutiva de innumerables retos.
Estos días nos han dejado más curtidos en la larga y compleja carrera de obstáculos que nos ha significado rescatar al país. La independencia del siglo XXI se pelea con otras armas, más con tenacidad ciudadana que con pólvora y sus frutos van a ser también distintos. El país del nuevo siglo que todos esperamos y merecemos.
Estamos totalmente curados de espantos, nada nos sorprende. Es cada vez menos probable que exista alguna dificultad que nos aparte de nuestro objetivo; más aún cuando ya tenemos claro que la alternativa de rendirse sería refrendar el definitivo desmantelamiento de nuestra república, algo equivalente a dejar sin suelo a nuestros hijos. Y eso es algo que no vamos a aceptar.
David Uzcátegui