Una fuerza revolucionaria para preservar su legitimidad y lograr sus objetivos no puede ser dogmática, ni dejar que la confrontación ineludible con el imperialismo y la oligarquía le castre su frescura libertaria
Nuestro comandante Chávez siempre hacía referencia a la obra del maestro César Rengifo, “Esa espiga Sembrada en Carabobo”, para significar algo en lo que él creía profundamente. Los pueblos que lograron grandes gestas por la libertad llevan en su seno esa semilla, que a veces parece que será tragada por el lodazal, pero al final siempre germina y se convierte en maíz tierno de agosto.
La Batalla de Carabobo hay que reivindicarla como una siembra que debe renovarse cada año, cada tiempo. Hoy más que nunca requerimos renovar la espiga sembrada en Carabobo, necesitamos reinventar nuestra estrategia de acumulación de fuerzas, como lo hizo Bolívar a partir de 1816, se requiere innovar en las tácticas de lucha como lo hicieron los llaneros en la Batalla de Vuelvan Caras y en toda la épica ocurrida en nuestros llanos entre 1816 y 1818; se requiere profundizar en las ideas y reimpulsar el programa estratégico como lo lograron los patriotas en el Congreso de Angostura de 1819.
Todo ese proceso de acumulación de fuerzas, renovación de ideas, del discurso y de las formas de lucha construyó el camino de la victoria de 1821 en Carabobo, que selló nuestra Independencia y abrió las puertas para la liberación de toda Suramérica.
Toda esa etapa de nuestra esforzada historia nos deja como lección que una fuerza revolucionaria para preservar su legitimidad y lograr sus objetivos no puede ser dogmática, ni dejar que la confrontación ineludible con el imperialismo y la oligarquía le castre su frescura libertaria.
Por eso no debe concebir la política solamente como una administración de medidas institucionales defensivas, debe entender siempre que la política es la capacidad de convencer a las grandes mayorías de lo justo de las ideas por las que se lucha y sobre todo de cuál es el objetivo a alcanzar en el horizonte.
Defenderse burocráticamente es la peor táctica de lucha que pueda escoger una fuerza popular, solo la ofensiva renovadora de la esperanza es garantía de victoria.
En esta hora, es tarea de toda y todo patriota revolucionario construir la iniciativa estratégica que nos conduzca de nuevo a Carabobo, mediante una diagnóstico realista de la situación inicial y una concepción audaz y seductora del escenario futuro que se quiere alcanzar. La espiga está sembrada, hagamos que retoñe.
Elías Jaua Milano