“Esa mujer prefirió abortar antes de perder un trabajo en el cine estadounidense. Ella no tiene hijos porque prefirió rendirse al capital, puso el dinero antes que su familia”
10:00 am
Eduardo tiene que subir a trabajar todos los días a Caracas, por lo cual se somete a diario a la travesía que significa conseguir transporte, evitar la delincuencia, pelear por la especulación con los precios del pasaje, las colas. Todo el stress del mundo.
Vive en la Urbanización La Rosa, en Guatire, donde bien puede tomar un autobús Sitssa, una unidad de la Asociación Cooperativa Mixta Conductores Unidos Caracas Guarenas Guatire R.L. (qué nombre tan largo), o un pirata, que los hay hasta con aire acondicionado.
Una fatal mañana de retraso abordó una unidad de la Caracas-Guarenas-Guatire y apenas se montó se quedó dormido, incluso antes de partir.
Pero algo lo despertó. Sintió una mano en sus partes íntimas. Cuando levantó la mirada se dio cuenta que el hombre que lo tocaba, en realidad lo registraba para saber si tenía un arma de fuego. “Quien tenga un teléfono escondido, en el asiento, en el piso, y yo me doy cuenta, le doy un tiro”, dijo el joven malencarado que lo acababa de registrar y que ya había “bajado de la mula” a los demás. “Voy a pasar nuevamente por los asientos para revisar”, agregó el atracador, pese a que ya tenía teléfonos, prendas y carteras a buen resguardo. “No me importa que me vean la cara, estoy dispuesto a todo”, gritaba, sin capucha, blandiendo su arma.
Eduardo, que no había entregado aún sus pertenencias, se quitó la gorra, la usó como una bolsa y metió los dos teléfonos y los anillos y alargó la mano para que el hampón la tomara en la última requisa del día.
Cuando pasó por el puesto donde estaba sentado Eduardo, el antisocial volteó la mirada hacia la vía porque avistó una unidad de la Policía del Municipio Plaza que lo puso nervioso. Sin tomar la gorra, caminó hasta la puerta y le dijo al chofer que lo dejara en el lugar. Ya la unidad pasaba frente al sector La Guairita.
3:00 pm
Maribel salió de su trabajo de medio tiempo y se dirigió corriendo hacia la parada del Sitssa, en Guarenas, porque tenía clases en la universidad a eso de las 5:00 pm.
La cola estaba larga, por lo cual decidió viajar de pie debido a la premura, aún cuando quería echar “un camaroncito” durante el viaje.
“El capitalismo es de lo peor, somete a la gente a sus designios”, comentó un señor a su lado, ataviado con camisa del Che y boina roja. “Fíjate”, le dijo a un compañero revolucionario. “El capitalismo es capaz de hacer que la gente atente contra sus vidas”, contó. “Ahí está el caso de Lupita Ferrer; esa mujer prefirió abortar antes de perder un trabajo en el cine estadounidense”, agregó, convencido de la desdicha de la importante actriz venezolana. “Ella no tiene hijos porque prefirió rendirse al capital, puso el dinero antes que su familia”, reiteró.
Maribel no le daba crédito a lo que escuchaba. “¿En serio Lupita Ferrer hizo eso?”, se preguntó en su pensamiento mientras le veía la cara de “yo sí estoy sobrado” al hombre del decir revolucionario. “Qué chisme”, volvió a pensar Maribel, sin dejar de increparse por la desdichada historia, preguntándose cómo ese revolucionario sabía tanto de un hecho tan farandulero. “¿Será verdad?”, se preguntó. Y rápidamente se contestó: “Esta gente se vale de cualquier historia, así sea mentira, para saciar un rencor que nadie entiende, para explicar una filosofía absurda de la vida”.
5:00 pm
“Señores, el pasaje hoy cuesta 50 bolívares; si lo quieren pagar, bien; si no lo quieren pagar también, no hay problema”, gritó el conductor de una unidad de transporte que cubre la ruta entre Guarenas y Guatire. Era 24 de julio, día patrio, día de asueto. “Hoy no quiero pelear con nadie; ahí está la Gaceta, lean bien. Hoy es feriado y se cobra 25 % por encima de la tarifa habitual, pero si me quieren pagar 40, 30 o 20, no hay lío, no me quiero estresar”, siguió gritando.
Miguel, que pese a ser feriado igual tenía que trabajar, sacó sus 50 bolívares y pagó su pasaje. “¿Qué mas da?”, pensó.
“Por lo menos lo advierte y además es legal”.
Llegando a Guarenas, una señora que llevaba un niño como de seis años quiso pagar un solo pasaje. Y entonces el chofer sacó sus garras. “Señora, el niño paga su pasaje, ya está en la edad para hacerlo”, dijo el conductor. “Pero yo lo traía sentado en las piernas”, dijo la señora. “Eso no importa, doñita, págueme mi pasaje. Vaya al cine y diga en la taquilla que no va a pagar el boleto de su hijo porque usted se lo va a sentar en las piernas a ver qué le dicen”, refutó el trabajador.
Mientras la señora sacaba los 100 bolívares, a Miguel se le salió una sonrisa.
“Esta gente se vale de cualquier historia, así sea mentira, para saciar un rencor que nadie entiende, para explicar una filosofía absurda de la vida”