Washington optó por una intervención progresiva y modulada, en razón de la llamada doctrina Obama de la paciencia estratégica
La reciente sesión de la OEA para discutir el informe de Luis Almagro sobre Venezuela ha sido motivo de diversas interpretaciones. Para unos, un triunfo del Gobierno venezolano; para otros, su derrota. Esta ausencia de coincidencias en la valoración de lo acontecido no obedece solo a la polarización sobre el acontecer venezolano, sino también a que confluyen conflictos que involucran diferentes actores que no siempre danzan al mismo paso.
En este sentido, hay que insistir en que en la situación venezolana están presentes dos contradicciones que se entrecruzan: de un lado, el pulso entre Venezuela y Estado Unidos, país que pugna por el restablecimiento de su tradicional hegemonía hemisférica; del otro, la lucha interna por el poder de clases y de factores políticos que se libra en función de sus respectivos proyectos y banderas. Esto hace que el juego político sea más complejo.
En los recientes debates de la OEA no ha sido coincidente el objetivo puntual de la oposición venezolana y el de EE.UU., ya que mientras la oposición venezolana y sus aliados internacionales más radicales buscaban una aplicación contundente de la Carta Democrática, Washington optó por una intervención progresiva y modulada, en razón de la llamada doctrina Obama de la paciencia estratégica y, seguramente, teniendo en cuenta que no es conveniente que durante los próximos meses ocurra un conflicto que pudiera perturbar la campaña electoral de Hillary Clinton.
Igualmente está en el interés de Washington no aparecer directamente confrontando con Venezuela, sino que el conflicto aparente ser una disputa entre latinoamericanos. “Si se trata de Estados Unidos contra Venezuela, el juego está en manos de Maduro”, es la opinión de altos funcionarios del Departamento de Estado.
Al evaluarse las recientes sesiones de la OEA pudiera decirse que Washington ha tenido éxito al impedir que ese organismo discuta el caso de sus hostilidades hacia Venezuela y al lograr que se coloque en discusión a Venezuela y sus políticas internas. También ha logrado revalidar a la OEA como un centro de gravedad del hemisferio. Y para alcanzar estos objetivos no ha tenido que actuar como protagonista, sino que la tarea ha sido cumplida por Luis Almagro y varios países latinoamericanos, mientras Thomas Shannon estaba de visita en Venezuela. En la Casa Blanca deben estar satisfechos de los resultados de su particular estrategia que tiene como fin último la reincorporación de Venezuela a su órbita geopolítica.
Por su parte, Venezuela ha logrado contener con un manejo adecuado de la diplomacia y su propuesta de diálogo la aplicación inmediata de la Carta Democrática, en un cuadro adverso por los cambios en Brasil y Argentina. En cuanto a la oposición venezolana, ha salido derrotada al haber colocado demasiadas expectativas en una acción internacional que conduciría a una intervención y a una definición del conflicto a su favor desde el extranjero.
Leopoldo Puchi