Hace años participó en actividades de neto corte subversivo, como la publicitada reunión conocida como la “fiesta mexicana”, en México, en la cual recibió instrucciones y asesoramiento acerca de cómo subvertir el orden constitucional
Hace dos años y medio, en elecciones realizadas el 8 de diciembre de 2013, fue elegido como alcalde del municipio El Hatillo, estado Miranda, el joven David Smolansky Urosa. Para muchos, esta elección no dejó de ser sorpresiva pues, apenas, unos pocos meses antes, este ciudadano, era un perfecto desconocido en el ámbito hatillano.
Perfil
Pero no así en predios estudiantiles universitarios privados, en los que se caracterizaba por sus posiciones político-ideológicas de clara orientación derechista y neoliberal y definidamente contrarias al proceso bolivariano (a mucha honra, dirá él).
Ya, en años anteriores había estado participando en actividades de neto corte subversivo, como la publicitada reunión conocida como la “fiesta mexicana”, en la que junto con otros jóvenes (tales, como Freddy Guevara, Manuela Bolívar, Gaby Orellana, etc., hoy, flamantes dirigentes del partido filo fascista, Voluntad Popular) estuvo recibiendo, en México, instrucciones y asesoramiento acerca de cómo subvertir el orden constitucional en aquellos países cuyos gobiernos, como el bolivariano, mantuviesen una posición de defensa de la soberanía nacional y en contravención con los designios y propósitos hegemónicos estadounidenses.
Trilogía de poder
Decimos que fue sorpresiva esa elección porque en solo 4 meses, en una campaña fulgurante y con copioso apoyo económico, a pesar, repetimos, de su poca proyección municipal, se impuso con 13.607 votos sobre el candidato de Primera Justicia, Elías Sayegh, quien obtuvo 9567 sufragios y si había desarrollado una intensa y prolongada campaña política.
Ahora bien, cómo es qué Smolansky, contra toda lógica y apoyado por un partido, para ese momento, de tan pocas dimensiones, le gana y con una ventaja tan pronunciada al candidato primero justiciero. Pues, sencillamente, porque en él convergió una trilogía de factores de poder, como el de la jerarquía eclesiástica con amplio efecto de gravitación sobre la comunidad hatillana, el sionismo, con sobrada capacidad de influencia en sectores empresariales y demás élites del municipio y, naturalmente, la embajada yanqui, en alto grado, interesada en posesionar, en un municipio metropolitano, a una ficha de Voluntad Popular que, como Smolansky, había sido instruida en base a las pautas trazadas por Gener Sharp en el manual de la CIA, para derrocar gobiernos que no le son afectos.
Factores de poder que se coaligaron para favorecer la elección del sobrino del cardenal Urosa Sabino sin parar mientes en las capacidades del bisoño candidato para ejercer la responsabilidad de alcalde de un municipio tan significativo como El Hatillo. Y, sostenemos, este juicio de valor sin poner en duda las dotes intelectuales del alcalde hatillano.
Pero una cosa es su potencialidad intelectual y otra cosa muy distinta es su preparación para ejercer el cargo que ostenta, independientemente de que haya sido galardonado por la Cámara Júnior Internacional como el Joven Político Sobresaliente del Mundo 2015, pues, sabemos qué habas se cuecen tras estos premios otorgados por organizaciones pantallas imperialistas.
Opaca gestión
Para los efectos hatillanos, lo que realmente cuenta es el resultado de la gestión de este alcalde que ya lleva más de la mitad del ejercicio de su período y cuyo balance, al margen del manejo mediático, está a la vista y sentir de todos los ciudadanos. Veamos los resultados en algunas de las áreas:
En materia de seguridad, que en su campaña ofreció como bandera emblemática, un Hatillo Blindado, los resultados son, claramente, adversos; para medirlos, solo bastaría con preguntarle, a los hatillanos, si se sienten, ahora, más seguros en el ámbito municipal, que antes de Smolansky, y la respuesta sería negativa, pues, la criminalidad ha aumentado y los niveles de inseguridad se incrementan cada día, además que la imagen de la policía municipal se ha deteriorado enormemente y no precisamente por su pulcritud y recto proceder.
En cuanto a la salud, la dispensa de este servicio es notoriamente deficiente, la gente de holgados recursos continúa asistiendo a los centros privados de la ciudad, sintiendo la inmisericorde especulación con la mercantilización de la medicina y los vecinos de limitados recursos, mientras muchos otros, concurren a los Módulos de Barrio Adentro y a los CDI donde reciben oportuna, gratuita, solidaria y eficiente atención.
Transporte público. La prestación del mismo es llevado por las líneas respectivas, cuyos conductores, por lo general, irrespetan a los pasajeros, no cumplen con los horarios establecidos y el espacio que funge de terminal, en el casco del pueblo, no reúne las más mínimas condiciones de operatividad y sin embargo ni la Alcaldía ni la Cámara Municipal le conceden la más elemental atención.
Cultura y recreación. Esta área es, tal vez, la que más claramente define la gestión, pues, imberbes al fin, se han dado a la tarea de promover iniciativas culturales-comerciales como la de la ingrata Oktoberfest, Fiesta de Octubre, que con el lema ‘¡Atrévete a vivir la tradición!’, organizó la alcaldía en la Plaza Bolívar, que resultó ser, por una parte, una caricatura de la fiesta de la cerveza que las empresas del ramo organizan en la ciudad de Munich desde 1810, y, por otra parte, un pandemónium y una verdadera falta de respeto a la tradición cultural de nuestro pueblo, denotándose así la inclinación transculturizante del ciudadano Smolansky.
Por estas razones, entre otras, es que sostenemos que Smolansky es un alcalde de cuidado, no por su opaca gestión, evidentemente, sino por los trasfondos que envuelven los propósitos desestabilizadores de los factores que hicieron posible su elección y que quedan al descubierto con acciones como la de reciente ocurrencia, en la cual dos de sus funcionarios de confianza fueron sorprendidos, en vías del estado Cojedes, con 2.990.000 bolívares en efectivo, al parecer de los fondos de la Alcaldía, cuyo destino era el de financiar actividades subversivas. Sí, es de cuidado.
“Smolansky es un alcalde de cuidado, no por su opaca gestión, evidentemente, sino por los trasfondos que envuelven los propósitos desestabilizadores de los factores que hicieron posible su elección…”