El poder sigue secuestrando los espacios de los ciudadanos que se le oponen y negando los derechos derivados de esas libertades cuyo reconocimiento no le resulta grato
Las libertades públicas nacieron en Grecia y en el orden jurídico son la representación de lo que las sociedades consideran como los derechos de la persona. Estas libertades están previstas y protegidas por las Naciones Unidas en sus diferentes manifiestos sobre los derechos humanos y constituyen el sustento de un control adicional cuya finalidad es netamente política. Estas manifestaciones han sido identificadas como control social y sus agentes son los ciudadanos, los partidos políticos, los sindicatos, las agrupaciones que hacen vida social y los medios de comunicación, entre otros, quienes sin tener una competencia previamente establecida para realizar el control, actúan mediante declaraciones, presiones, marchas, manifestaciones, etc. y producen el efecto de control sobre los organismos gubernamentales.
El pensador inglés John Locke, en sus ensayos sobre el gobierno, argumentó que el poder civil nace para garantizar la libertad de los individuos que se agrupan de común acuerdo para dar lugar a la sociedad organizada políticamente. Durante este gobierno, las libertades públicas han experimentado un retroceso importante. El poder sigue secuestrando los espacios de los ciudadanos que se le oponen y negando los derechos derivados de esas libertades cuyo reconocimiento no le resulta grato. En los países donde se respeta la pluralidad y la democracia, la participación de la sociedad civil en las discusiones de la problemática social más que una cortesía es una obligación.
Hace poco tiempo, el gobierno comenzó a aplicar la vieja estrategia romana de dar pan y circo con los CLAP y con la tarjeta roja al estilo de los JAP chilenos, que fueron unidades administrativas locales creadas durante el gobierno de Salvador Allende para aliviar la escasez crónica de alimentos que afectaba al país. Esto nos lleva a pensar que el presidente venezolano está propiciando la estrategia de pan y circo, pero como ya no hay pan, entonces imitará a los emperadores romanos que alentaban los sufrimientos de las personas con obsequios y raciones de comida.
En aquella época, quienes promovían este tipo de actos alcanzaban un alto prestigio social y se valían de ellos para lograr el voto popular y para desviar la atención de los grandes problemas de los países. En esta línea de pensamiento, el revocatorio y diciembre están casi en la esquina, seguramente el gobierno buscará algún dinerito para adelantar pagos a los empleados públicos y entretener la atención de manera que la gente no piense en la tragedia del hambre sino en las bondades de papá gobierno.
Noel Álvarez
@alvareznv