El Gobierno tiene 3 millones de empleados sin hacer mucho, como se demostró con la reducción de los días laborables y de la jornada diaria habida
Durante el gobierno de Chávez vivimos de alboroto en alboroto como resultado de declaraciones, decisiones, resoluciones, disposiciones reglamentarias o legislativas del Ejecutivo, consideradas como violatorias de algún derecho fundamental, de las leyes existentes o de la propia constitución bolivariana, por los opositores al Gobierno o por algunas organizaciones de lo que llaman la sociedad civil. Siempre interpretamos estas acciones, así como las respuestas generadas, como forma de mantener ese ambiente polarizado, de supuesto enfrentamiento constante, entre quienes han monopolizado la vida política de los venezolanos todo este período.
Chávez recurrió a esta estratagema para mantenerse en el tope del aparente combate “por Venezuela y su pueblo”, así como para llevar la iniciativa y arrinconar o ridiculizar a sus opositores, condenándolos a estar siempre a la defensiva, haciéndolos aparecer con todas sus incapacidades y torpezas. No nos extraña por tanto que hoy el Gobierno utilice las mismas armas, pues Maduro y sus muchachos, aunque han perdido la iniciativa que les legó el comandante eterno y se encuentran en una situación política mucho más difícil, tratan de sobreponerse y rescatar lo perdido, incluso en momentos agónicos como los que transitan en la actualidad.
Así interpreto la reciente resolución del súper ministro Padrino López, que parece permitir al Gobierno utilizar en forma obligada los servicios de cualquier empleado o trabajador de las empresas oficiales y privadas. No puede tener otro propósito que armar un alboroto y retomar la iniciativa en la diatriba politiquera venezolana, lo que al parecer está logrando. El Gobierno tiene 3 millones de empleados sin hacer mucho, como se demostró con la reducción de los días laborables y de la jornada diaria habida. El país ni las sintió; todo siguió funcionando igual de mal y nada importante se retrasó. Además, las empresas oficiales también tienen personal en exceso. ¿Para qué va a necesitar de más empleados y trabajadores el Gobierno?
Ahora, por si la resolución no va a seguir el mismo destino de cientos de resoluciones y decisiones que jamás se han cumplido, le digo al súper general que estoy dispuesto a que me apliquen la resolución en cuestión y me lleven a Miraflores para sustituir al presidente Maduro, quien no lo ha hecho muy bien según la opinión popular detectada por las encuestas, lo cual les resolvería además el problema del revocatorio, que ya no necesitarían hacerlo y le quitarían a la oposición esa bandera tan fastidiosa para el Gobierno. Retomaríamos la presidencia de Mercosur, hoy descabezada; despediríamos a los tres expresidentes, que ya nos están saliendo un poco costosos; le sacamos la lengua a la OEA y yo mismo me encargaría de resolver el resto hasta 2019.
Luis Fuenmayor Toro