En la América anglosajona, la democracia liberal ha cedido el paso, al decir del expresidente Jimmy Carter, a un sistema diferente, de tipo aristocrático, que sitúa en el centro del poder a los que tienen dinero, detentan grandes fortunas y controlan los hilos de las finanzas
Bernard Sanders en Estados Unidos y Jeremy Corbyn en el Reino Unido expresan la contestación del establishment de los países desarrollados que ha venido desmantelando el Estado de bienestar y las conquistas sociales y políticas alcanzadas por los movimientos populares luego de décadas de luchas a lo largo del siglo XX. En la América anglosajona, la democracia liberal ha cedido el paso, al decir del expresidente Jimmy Carter, a un sistema diferente, de tipo aristocrático, que sitúa en el centro del poder a los que tienen dinero, detentan grandes fortunas y controlan los hilos de las finanzas. En Gran Bretaña, la era tatcheriana debilitó las organizaciones sindicales hasta el punto de que el decrecimiento del salario real de los trabajadores se acentúa cada año. En fin, grandes retrocesos en relación a su propia historia y a las potencialidades del conocimiento y de las tecnologías que poseen.
Frente al avance acelerado y sorprendente, tanto de Sanders como de Corbyn, la reacción conservadora no se ha hecho esperar. Hasta hace poco, el argumento de la derecha del Partido Laborista frente a Corbyn se refería a las dificultades que tendría para reunir los votos suficientes para acceder al cargo de primer ministro. Pero hoy las razones son distintas: puesto que tiene verdaderas posibilidades de ganar, se teme que esto ocurra. Por eso, desde los altos círculos del poder se hace todo por cerrarle el paso. Incluso se dice que servicios de inteligencia como el MI6 han entrado en acción, lo que recuerda la época de la Guerra Fría.
Del mismo modo, la reciente convención del Partido Demócrata en Filadelfia ha puesto de relieve el modo en que el establishment actuó para cerrarle al paso a la candidatura de Sanders y poner de manera forzada a Hillary Clinton. No solo se utilizó de manera ilegal el aparato del partido para favorecer la candidatura de Clinton, sino que además se adelantó en forma secreta una guerra sucia, que fue dada a conocer por el periodista Julian Assage a través de Wikileaks. Se estima, en consecuencia, que la mayoría alcanzada por Clinton en la Convención fue el resultado de acciones fraudulentas e irregulares.
Son miles los jóvenes estadounidenses que consideran que escoger entre Donald Trump y Clinton es optar entre dos males, una suerte de callejón sin salida, por lo que hay poco entusiasmo entre ellos para impulsar la campaña electoral, a pesar del compromiso de Sanders ante los delegados demócratas y de haber sido compensado con la defenestración de la presidenta del partido, Debbie Wasserman Schultz, que había actuado de manera fraudulenta en su contra.
Seguramente, el haber detenido el avance de una fórmula ganadora, con gran capacidad para entusiasmar a los electores como la de Sanders tendrá su precio y Trump se beneficiará de la situación. Las élites estadounidenses han preferido al magnate Trump que al socialista Sanders. Así es la historia.
Leopoldo Puchi