Según el propio Miguel Cabrera, el reto de jugar en la tercera base por primera vez en muchos años ayudó al venezolano a concentrarse más y tener su gran temporada del 2012
Una de las primeras cosas que el mánager de los Tigres de Detroit, Jim Leyland, resaltó cuando se le preguntó acerca de la clave para que Miguel Cabrera tuviera una temporada con calibre de Jugador Más Valioso (JMV) fue una conversación que sostuvo con el cañonero venezolano en septiembre. Realmente, fue un reto más que una simple charla.
La plática fue más una continuación de algo que Leyland había estado mencionándole a Cabrera desde que se convirtió en un tigre hace cinco años: el hecho de que Detroit iba en camino a ganar cómodamente su división hizo esa conversación aún más oportuna.
Mientras que los felinos llegaban a la primera semana de septiembre el año pasado navegando rumbo al banderín divisional tras barrer una serie contra los Medias Blancas, Cabrera se encontraba en la carrera por la corona de bateo con un promedio de .328. Se trataba de su mejor porcentaje con el uniforme de Detroit, pero estaba 10 puntos por debajo del líder en la Liga Americana. Leyland sintió que el venezolano tenía para más, y no quería ver a Cabrera bajar la guardia si los Tigres amarraban la división temprano.
En cierto momento durante el paso arrollador de Detroit en septiembre para asegurar su división, Leyland habló con su cañonero.
«Le dije, ‘Quiero verte ganar la corona de bateo'», recordó Leyland la semana pasada. «Y el muchacho asumió la misión con un increíble nivel de concentración».
Cabrera terminó bateando para .429 (de 91-39) en el último mes de la temporada del 2011, con 12 dobles, seis jonrones, 21 carreras remolcadas y 20 bases por bolas. Su porcentaje de embasarse a partir del 1 de septiembre fue de .532.
Leyland lo ha venido diciendo por años: cuando Cabrera se concentra en cada turno al bate, en lugar de regalar uno aquí y allá, es un bateador muy peligroso. Le tomó unos años de madurez -como persona y como bateador – para entenderlo.
Y quizás, bajo ese mismo razonamiento, el cambio de regreso a la tercera base le ayudó.
Al menos así pareció tras escuchar a Cabrera hablar al respecto después de ser nombrado el JMV de la Liga Americana el jueves.
«Creo que Leyland tomó una buena decisión al moverme a la antesala», expresó Cabrera en una teleconferencia con reporteros, «porque eso me obligó a trabajar duro. Hablamos mucho acerca de trabajar duro, tratar de mejorar y tratar de ayudar al equipo a ganar juegos».
Cuando esas palabras fueron relevadas a Leyland, el timonel coincidió totalmente. «Definitivamente creo que todo eso es verdad», opinó Leyland en una conversación telefónica con mlb.com la noche del jueves, «y les diré por qué: creo que su cambio a la tercera base le ayudó a concentrarse en todas las fases del juego. Creo que le benefició en el plato. Siempre estuvo metido en el juego. Coincido con eso. Creo que realmente pudo enfocarse en la tercera base e hizo un gran trabajo».
Cabrera se siente más como un tercera base. El hecho de que haya pasado su primer mes con los Tigres en 2008 jugando la esquina caliente antes de mudarse a la inicial no fue accidente. En ese sentido, el cambio de posición no fue nada nuevo.
El ajuste tuvo que ver más con las habilidades requeridas para jugar esa posición. Lo que a Brandon Inge le encantaba acerca de la tercera base después de hacer la transición desde la receptoría era la reacción rápida que se requería. Sabia descifrar a los bateadores, se apoyaba en su conocimiento como receptor y siempre estaba bien posicionado para hacer la jugada.
Ese fue el enfoque de Cabrera de cara a la temporada.
«Jugar la tercera base, creo que fue lo más difícil para mí al iniciar el año», admitió Cabrera, «debido a que me concentré mucho en jugar bien la defensa. No me enfoqué tanto en el bateo como usualmente lo hago. Creo que lo más importante que hice este año es concentrarme en mi defensa, tratar de mantener la bola frente a mí y tratar de hacer las jugadas de rutina».
En ese sentido, el venezolano tuvo un desempeño por encima de lo esperado con el guante, a pesar de las dudas que existían acerca de su alcance. Todas esas interrogantes y las críticas acerca de su defensa le sirvieron de motivación.
«Todos se burlaban de nosotros el invierno pasado: Oh, el muchacho no puede jugar la tercera base», recordó Leyland.
Al final, Cabrera demostró que todavía puede jugar la antesala, aun cuando se acercaba a los 30 años de edad y a las 250 libras de peso. Siempre lució concentrado en cada jugada. En el proceso, Leyland cree, esa concentración también le ayudó en la caja de bateo.
Aunque sufrió dos sequias ofensivas en abril y junio, Cabrera registró más juegos con tres o más hits esta campaña (22) de los que tuvo en el 2011 (nueve) y en el 2010 (11) combinados, y más que en cualquier otra temporada en su carrera.
El venezolano hizo más en los partidos en los que estuvo encendido que nunca antes. Nunca aflojó el paso. Eso es lo que Leyland quería ver. Eso es lo que su manager piensa el hecho de jugar la antesala le dio a Cabrera.
«Está regalando menos turnos al bate con cada año que pasa», destacó Leyland. «Y cuando no regala turnos al bate, vemos qué tan bueno puede ser».
Jason Beck
mlb.com